De nuevo desde la revista Planetas Prohibidos, del número 2, hoy traemos:
EL CASTIGO
Texto: Eduardo Andrés Lagos
Ilustración: Komixmaster (Rodolfo Valenzuela)
Pran senk epin nan pwason an nan lè, de glann krotal ak zoranj swe krapo (1)
Faust estaba satisfecho, las indicaciones del libro eran claras y las había seguido con mucho cuidado. Pasar sus dedos por las páginas de seda era una sensación maravillosa; su contenido bien valía el pacto realizado.
Masere ansanm vinèg nan tout kou nan yon Lalin plen ...
Cerró el libro, sintiendo una poderosa descarga de placer.
Ak apre twa nwit nan vant la sou latè a, louvwi bato a epi rele nanm ou...
Él, Faust Leauvaziére tenía el dominio de la frontera de la muerte.
Sentía la necesidad de desahogar una pulsión. Tomó un pequeño frasco donde una luz rosada se estremecía. “Ven ahora mismo” ordenó. Y su receptáculo vacío llegó con pasos pesados. Había sido una bella adolescente de bonitos ojos cuando la calidez habitaba su cuerpo. Le ordenó arrodillarse frente a él, y comenzar a satisfacerlo. Cerró los ojos y le puso imaginación al trabajo del receptáculo de adolescente. No le importó que estuviera fría.
Sintió pena, los cuerpos cuya alma era arrancada perdían rápidamente la belleza. Las chicas lindas le duraban menos de una semana. Tenía que hacer un buen hechizo de conservación.
Esos receptáculos vacíos eran útiles. Siempre serviles, podía usarlos para hacer lo que quisiera, no tenía que alimentarlos, no se quejaban. El único defecto era que olían mal, y se pudrían. Necesitaba ese hechizo para conservarlos.
—¡¿No crees que es suficiente?!
Se sobresaltó. Primero miró al receptáculo, se serenó algo y dio por concluida su labor.
—¿Quién eres?
—¡¿Acaso no las oyes gritar, tú que eres poderoso?! -la voz venía de todos lados.
—¿Quién eres? —repitió en un tono de voz más elevado.
—¡Piensa!... ¿A quién le has robado tu colección de almas?
Se apagaron unas velas. Apareció una sombra más alta que el hombre más alto, envuelta en más sombras y estas a su vez en niebla. Y una gigantesca guadaña.
Faust retrocedió unos pasos, hizo unos ademanes...
-Mwen rele zanj nan fènwa. Mwen mande ke ou pwoteje sa a, sèvitè fidèl. Satan, vini isit la!
—¡Llámalo, aunque no evitarás nada de lo que ocurra!
Retrocedió todavía más, y al pasar cerca, tomó su más preciada posición.
—¡Te gustará, es otro tipo de placer. Verás el dominio de tu amo, vivo!
Mientras Faust descubría el miedo, La llama de una vela se agitó y creció hasta llegar casi al techo. Y a través de ella llegó su amo.
—Todavía me sirve, no quiero que lo dañes… mucho. Es maligno y me gusta.
Faust vio a la guadaña abatirse sobre él y alzó sus manos para protegerse.
—¡Oh, no! Siempre tan aferrados a esa ilusión… —se desilusionó Satán
El libro, su precioso libro, con tantos secretos de no-vida y no-muerte, había sido atravesado y se comenzaba a quemar. Un sentimiento de impotencia, de dolor, amargura... que fue rematado por las palabras de su amo
—Ou p ap gen yon lòt liv. Ou te irèspèktueu aplan la.
Fin
(1) El idioma es créole haitiano, es un guiño al origen del mito de los zombies.
Pran senk epin nan pwason an nan lè, de glann krotal ak zoranj swe krapo
(Tómense cinco espinas del pez de aire, dos glándulas de serpiente cascabelera y sudor de sapo naranja...)
Masere ansanm vinèg nan tout kou nan yon Lalin plen ...
(Macérense juntos en vinagre por todo el transcurso de una luna llena...)
Ak apre twa nwit nan vant la sou latè a, louvwi bato a epi rele nanm ou.
(Y tras tres noches en el vientre de la tierra, abrirás la barca y llamarás a su alma.)
Mwen rele zanj nan fènwa. Mwen mande ke ou pwoteje sa a, sèvitè fidèl. Satan, vini isit la!
(Te invoco ángel de las tinieblas. Pido que protejas a este sirviente fiel. ¡Satan, ven aquí!)
Ou p ap gen yon lòt liv. Ou te irèspèktueu aplan la.
(No tendrás otro libro, Fuiste irrespetuoso al invocarme)
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