El protagonista despierta en la habitación de un hotel. Ha sido una larga convalecencia inconsciente. Durante su sueño, el mundo ha cambiado a peor. Es el
Apocalípsis; sí, ese momento en el que todo lo que conocíamos ha pasado a otra vida, hay reglas nuevas, y la gente se rige por la simple norma de sobrevivir utilizando la violencia si es necesario. La importancia de los conocimientos y las profesiones cambia. Y del Hombre renace aquello que le convirtió en el rey de la creación. No; no es
The walking Dead, ni
28 días después. Es "El día de los trífidos" (1951).
Al leer la biografía de Wyndham, un británico que vivió la Segunda Guerra Mundial, no es posible evitar el imaginarle en el desembarco de Normandía. Un escritor de CF en el Día D a la hora H, saltando del vehículo anfibio a la playa, chapoteando entre agua y sangre, sintiendo los estampidos de las bombas y de los cuerpos al caer, y empujado por el terror a correr, a correr un poco más. Una experiencia como esa tiene que cambiar la interpretación de la vida y del hombre, y en el caso de un creador literario, su modo de presentar la sociedad y al ser humano.