A donde sólo la imaginación puede llegar
Madrid. 16 de septiembre de 2012
Premios Nocte 2012
► Están nominadas obras de autores como Stephen King, Richard Matheson o David Wellington, entre otros.
La Asociación Española de Escritores de Terror ‘Nocte’, que entrega anualmente los premios homónimos a las mejores obras de horror nacionales y extranjeras publicadas en España en el último año, ha seleccionado ya los finalistas de esta nueva edición.
Así, en la categoría de Mejor relato extranjero están nominados los textos ‘1922’, de Stephen King (en ‘Todo Oscuro sin Estrellas’, ed. Random House Mondadori); ‘Hijo de sangre’, de Richard Matheson (Acero puro y otras historias, ed. Edhasa 2011) y ‘Venganza’, de Liudmila Petrushevskaia (‘Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina’, ed. Atalanta).
Los finalistas al Mejor relato nacional son en esta ocasión ‘Casa ocupada’, de Ignacio Becerril Polo (en la antología ‘El monstruo en mí’, de la editorial Saco de huesos); ‘El huevo’, de David Jasso (‘Abismos’, ed. Grupo Ajec); ‘La necesidad del dolor’, de José María Tamparillas (‘Carne de mi Carne’, ed. Saco de huesos); ‘Largas noches de lluvia’, de Marc R. Soto (‘Largas noches de lluvia’, ed. Viaje a Bizancio) y ‘Voluntad bajo cero’, de Darío Vilas, (‘Piezas desequilibradas’, ed. 23 Escalones).
En la categoría Mejor libro extranjero (que incluye tanto novela como antología) se encuentran’ 99 ataúdes’, de David Wellington (ed. Minotauro); ‘La puerta de Audrey’, de Sarah Langan (ed. La Factoría de Ideas) y ‘Now we are sick’, VVAA (ed. 23 Escalones).
En Mejor novela nacional, se han seleccionado ‘Cuerpos Descosidos’, de Javier Quevedo Puchal (ed. NGC Ficción!) y ‘Diástole’, de Emilio Bueso (ed. Salto de página).
Asimismo, el apartado de Mejor antología nacional apuesta por ‘Abismos’, de David Jasso (ed. Grupo Ajec), ‘El monstruo en mí’, de José Ignacio Becerril Polo (ed. Saco de Huesos) y ‘Los nuevos mitos de Cthulhu’ (ed. Edge Entertainment).
Nocte, Asociación Española de Escritores de Terror
www.nocte.es
Nocte, Asociación Española de Escritores de Terror
http://www.nocte.es
Los ganadores se conocerán el próximo 13 de noviembre en Urnieta, durante la celebración del festival de literatura y cine de fantasía, ficción y terror ‘Imagicon’, en el transcurso de la cual se entregarán los principales galardones del fantástico español: los premios Domingo Santos, Ignotus y Nocte.
TOTAL RECALL 2012 (Desafío total) USA-CANADÁ Director: Len Wiseman Guion: Mark Bomback y Kurt Wimmer, Fotografía: Paul Cameron, Diseño de producción: Patrick Tatopoulos, Vestuario: Sanja Milkovic Hays.
Intérpretes: Colin Farrell (Douglas Quaid), Kate Beckinsale (Lori), Jessica Biel (Melina), Bill Nighty (Matthias), Brian Cranston ( Cohaagen).
VERSIÓN LIGHT DE UN CLÁSICO
La fiebre de los remakes nos sacude como una plaga que ya empieza a producir hastío e indiferencia en la mayoría de los espectadores que, o bien conocen el modelo origina,l o simplemente pasan de todo, más preocupados en chupar palomitas y coca cola. Unos, los más pesimistas, afirman que las nuevas generaciones no verían los modelos que vimos sus mayores ni aunque la vida les fuera en ello, lo cual es ser extremista. Otros afirman que el signo de los tiempos es la indiferencia y que hay una dolorosa realidad: hace veinte años un estreno era un acontecimiento, ahora ya no lo es. Sí es cierto que no todos los remakes tienen que ser basura; ahí está la notable nueva versión de Juez Dreed (2012) de la que hablé hace poco o la labor de Alexandre Aja con remakes sobresalientes como el de Las colinas tienen ojos (2006). Pero llega la noticia que los filmes de ciencia ficción de Paul Verhoeven, “el holandés errante” ya son carne de remake al igual que los de John Carpenter (un nuevo Snake Plissken) o Briam de Palma (la nueva CARRIE (76) a protagonizar por Chloe Grace Moretz), y pronto veremos una nueva versión de ROBOCOP (87) a cargo del brasileño José Padilha (que no se lo está pasando precisamente bien en su rodaje) y Starship Troopers (98), mientras Verhoeven se las ve y se las desea para filmar su conflictivo filme sobre Cristo, que amenaza caer como una bomba. El “realismo sucio” ha sido siempre la marca de fábrica del cineasta holandés, que siempre se ha mostrado sórdido, cínico y nada complaciente con la especie humana desde sus inicios en Holanda a su periplo por Hollywood en el que contra todo pronostico supo mantener sus señas de identidad.
Basado en el relato corto del genial Philip K. Dick Podemos recordarlo todo por usted, el primer Desafío Total (1990) (en sudamérica: El vengador del futuro) era ciencia ficción adulta sobre falsas identidades y falsos recuerdos, donde la violencia sucia y sangrienta hacía daño y a la vez hacía reír a carcajadas (el brutal tiroteo en la escalera mecánica), llevada en todo su metraje por un sentimiento de sorpresa (el disfraz de la señora gorda, los mutantes marcianos), pero al que su artificioso y pésimo diseño de producción, que desaprovechaba los brillantes diseños de Ron Cobb, daba en todo momento una impresión de cartón piedra, de decorados que parecían interiores de una feria de decoración con vehículos propios de los autos de choque de las ferias, o un vestuario más deudor de 1989 (año de su rodaje) que de un futuro lejano. El rodaje en los estudios Churubusco de Méjico D.F. fue una pesadilla por innumerables problemas que dejó al pobre Verhoeven al borde del agotamiento crónico, y un catering en mal estado que provocó diarreas a todo su equipo excepto a un Arnold Schwarzenegger que por su condición de estrella tenía una dieta especial. Atrás quedaron innumerables guiones escritos por el llorado Dan O´Bannon y Ronald Shusset (ALIEN) y docenas de aspirantes a director, David Cronenberg entre ellos.
La nueva Desafío Total fue orquestada por la codicia de los productores Toby Jaffe y Neal H. Moritz y encargada a Len Wiseman, responsable de la saga Underworld con su esposa Kate Beckinsale de protagonista. Escrita por Kurt Wimmer, responsable de la curiosa Equilibrium (2002) y el placer culpable de Ultravioleta (2006) y Mark Bomback (La jungla 4), y malas lenguas señalan a más de un guionista no acreditado en la recámara (lo normal, dirían algunos). Al igual que en el relato de Philip K. Dick, aquí nunca se pisa Marte y Douglas Quaid es un tipo de constitución física corriente, aunque Colin Farrell esté algo ciclado y vaya de guaperas sin aparentarlo. La tierra ha sufrido una atroz guerra química que solo ha dejado habitable la Europa comunitaria (España se ha salvado, menos mal) y una Australia superpoblada por los supervivientes del sudeste asiático. Ambos territorios están unidos por un "ascensor" subterráneo que atraviesa la Tierra y permite en el núcleo unos minutos de ingravidez (la sombra de 2001 es alargada). Wiseman a fin de hacer a su nena coprotagonista absoluta convierte a dos personajes del filme original: Lori (Sharon Stone) y Hauser (Michael Ironside) ambos cazadores de Quaid, en uno solo. Kate Beckinsale y la Melina de Jessica Biel están más empeñadas en recordarnos lo buenas que están, antes que en dar alma a unos personajes que son puro guiño a sus modelos originales. Y lo totalmente desaprovechados que están Bill Bighy, que ya no es el mutante Kuato sino un humano llamado Mattias, líder de una reducida e inútil resistencia y un sobre actuadisimo Brian Cranston como un Cohaagen de opereta. Pero si hay algo que brilla en la nueva versión sobre la original es su brillante y en ocasiones deslumbrante diseño de producción a cargo del todo terreno Patrick Tatopoulos. Len Wiseman empezó de director artístico (se nota) y su amigo y colaborador fetiche Tatopoulos crea una ciudad del futuro construida sobre pilares; una ciudad encima de otra, para combatir la falta de espacio por la superpoblación y donde un nivel tapa a otro al igual que los puentes de una autopista. Una Australia orientalizada que hace pensar en Blade Runner (82) a lo bestia (¿Qué película de ciencia ficción no se ha inspirado en ella en los últimos treinta años?) y una Londres a medio camino entre El quinto elemento (97) y Minority report (2002). La mutante de los tres pechos, aquí con ojos rasgados y unos robots que recuerdan a los que el propio Tatopoulos diseñó para Yo robot (2004).
Rodada en los estudios canadienses Pinewood de Toronto, decorados y vestuario cumplen a la perfección en esta relectura light, blanda hasta decir basta, desprovista de toda sordidez pero también de desprejuiciada diversión al tomarse demasiado en serio a sí misma, pero siendo a su vez convencional y previsible. La violencia es aséptica, los impactos de bala no sangran y las peleas parecen acrobacias circenses, sus actores son muy guapos y todo brilla bonito, pero no hay autentica pasión en lo que ha hecho Wiseman. Solo aséptica corrección. Y mientras, el pobre Verhoeven se las ve y se las desea para seguir rodando; veremos si no le termina pasando lo mismo a Wiseman.