A tenor de lo que en los principales medios de comunicación se puede observar, podríamos pensar que la ciencia-ficción es un género minoritario en España. Pero, si por un momento dejamos a un lado el medio literario minoritario en comparación, copado por detectives nórdicos y vampiros adolescentes, y consultamos en nuestro entorno inmediato (fuera de los círculos habituales del género), seguro que una mayoría de amigos, familiares y compañeros de trabajo ven con agrado alguna película o serie de televisión de este género.
Otro detalle que hace todavía más paradójica esta situación son las enormes colas que formaban los espectadores para ver películas como
Avatar o la saga de
Star Wars, los ríos de tinta electrónica que ha generado
Blade Runner, o la increíble proliferación de descargas de series de televisión extranjeras con sus correspondientes comunidades de traductores de subtítulos, los cuales por simple altruismo informativo, dedican parte de su tiempo a la traducción compartida y organizada de series que tardarán años o meses en emitirse en España, si es que lo hacen.