La
vida es un concepto que La Ciencia no ha logrado determinar con la exactitud que habitualmente se espera de ella. Como en tantas otras ocasiones, esta indefinición es aprovechada por los autores de Ciencia-Ficción para dar rienda suelta a su talento creativo o tal vez, liberar sus inquietudes o temores por conocer respuestas a las clásicas preguntas que atormentan a la especie Humana desde sus orígenes, el
Complejo de Prometeo por el cual ansiamos parecernos a nuestro creador, sea divino o natural.
¿Hasta que punto es capaz el ser humano de crear seres como el, en qué aspectos y con qué condiciones?
Seguramente, estas y otras preguntas similares han pasado por la cabeza de muchos autores de la antigüedad desde tiempos inmemoriales, puede que desde que el Hombre es consciente de su existencia, y necesita conocer cuál es el papel que El Creador, quien quiera que sea y allá donde quiera que este, ha dispuesto para el durante el limitado tiempo que permanecerá en este mundo. La soledad que en la búsqueda a estas respuestas ha experimentado nuestra peculiar especie, hace que cobre especial valor el imaginar la existencia a nuestro lado de un compañero con el que compartir nuestras dudas existenciales, para que tal vez en el intento por comprenderle, logremos hacerlo con nosotros mismos.
Por otro lado
, la desdicha por la que en ocasiones pasa la humanidad al tener que sufrir una y otra vez sus propios defectos, que provocan la muerte y destrucción de sus congéneres allá donde se aposentan, hace elucubrar a los autores de todos los tiempos a los seres humanos cometiendo el pecado de soberbia o
hubris, como le llamaron en la Grecia Clásica, desafiando a su Dios e imitándole con la creación de seres para tenerlos a su servicio, sometiéndoles a su misma o peor suerte.