Buena ciencia en la ciencia-ficción suscribirse a los artículos de esta sección

En lugar de hablar de ciencia criticando a la ciencia-ficción, ¿por qué no disfrutar de la ciencia-ficción hablando de ciencia?

Son precisamente esas maravillas de la ciencia ficción las que atraen, como no podía ser menos, a los jóvenes que se interesan fácilmente por su temática y contenidos, encontrando en sus contactos con la ciencia ficción motivo de diversión pero también de reflexión original y prometedora.



Stephen Hawkins dando la bienvenida a su fiesta a los viajantes del futuro

Ya se contó en otra ocasión que cada historia sobre viajes en el tiempo se inventa su propia mecánica de funcionamiento, ya que el conocimiento que se dispone sobre este ámbito es limitado. Para adentrarse en esos terrenos desconocidos sin caer en incoherencias llamativas, los autores han de imaginar supuestos partiendo tan solo de su imaginación y de su capacidad de observar fielmente la realidad. Por ello, puede resultar interesante jugar con el concepto, acercarse y observar con detenimiento y minuciosidad, de qué está hecha y el tiempo que transcurre por ella. Pero antes tal vez debamos averiguar algo más sobre él.
Publicado por Lino Moinelo el 25 may 2025 0 comments [Más...]
Imagen de un Shiva hindú durmiente
«podemos escoger la opción contraria y sostener que tanto nosotros como todo cuanto nos rodea no somos más que sueños en la cabeza de un Shiva durmiente» (Leyenda hindú)

Nota: en este artículo se van a citar tanto obras de ciencia-ficción relacionadas siguiendo el esquema «(autor, año)» como estudios reales de científicos sobre los temas tratados citando simplemente su nombre, salvo que se indique otra cosa de manera específica.

Cuando el ser humano fue consciente de la brevedad de su existencia, comenzó a imaginar sobre lo que vendría después. De aquellos míticos y ancestrales relatos, tal vez el más gráfico sea el de imaginar la existencia en el más allá como un sueño eterno, uno en el que nuestra consciencia pura, sin cuerpo, navega por otro universo simbólico donde las reglas físicas no existen o son distintas. 
Publicado por Lino Moinelo el 29 dic 2024 0 comments [Más...]

 La utilidad de la ciencia-ficción

El arte y la literatura de ficción en general cumplen con una importante función para nuestras mentes. La ciencia-ficción además, tiene algunas peculiaridades que hacen de ella algo especial. La siguiente es una lista de algunas de esas facetas singulares que un servidor ha acumulado a lo largo de los recientes años, sobre la capacidad potencial de la ciencia-ficción para influir positivamente en nosotros:
Publicado por Lino Moinelo el 30 abr 2023 0 comments [Más...]
Un Klingon usando un replicador de Star Trek

La información es hoy un bien tan tangible y valioso hoy como lo fueron el oro, el carbón o el petróleo en otros momentos de la Historia. La humanidad ha pasado de lo tangible a lo etéreo y abstracto, sin que nos hayamos dado cuenta. Puede que todo comenzase con el vapor con el que funcionaban las máquinas de la Revolución Industrial, alimentadas por el entonces preciado mineral negro y que dio paso al desarrollo de la termodinámica y la entropía. Este fundamental concepto de la física se aplicaba en sus inicios a los gases, pero posteriormente han surgido teorías que relacionan la información con la materia a través de él. Poco a poco, esta nueva manera de ver el mundo abría un sin fin de posibilidades, algunas de las cuales ya estaban presentes en la ciencia-ficción y otras no han tardado en hacerse un hueco en el género.
Publicado por Lino Moinelo el 2 ene 2022 0 comments [Más...]
Fotograma del cortometraje FTL

Las estrellas despiertan en la especie humana una especial fascinación. Pero para poder satisfacer nuestra naturaleza exploradora será necesario superar el reto del viaje interestelar. Todo lo que actualmente puede lograr son viajes no tripulados de décadas de duración solo de ida. Lejos, muy lejos de los sueños en los que la humanidad se imagina a si misma alcanzando con audacia nuevos mundos y descubriendo nuevas civilizaciones, cruzando el cosmos sin estar limitados por las fronteras de la física actual.

Publicado por Lino Moinelo el 17 may 2020 0 comments [Más...]
El siguiente es un artículo del escritor Neal Stephenson acerca del progresivo deterioro científico e innovador que la sociedad en la que vivimos viene sufriendo. Fue publicado a finales del año 2011 y afortunadamente, en los años recientes se están sucediendo logros notables en diversos ámbitos, a destacar los relacionados con la exploración espacial cuyos proyectos actualmente en marcha hacen parecer algo ridículas a algunas de las que propone el autor como innovadoras en su momento, hace apenas un lustro. Una nueva carrera ha surgido —esta vez con un trasfondo mucho más positivo y productivo— entre agencias gubernamentales como la NASA y compañías privadas como SpaceX, Virgin Galactic o Blue Origin. Incluso tenemos cerca la muy agradable sorpresa de la española PLD Space, que recientemente ha sido contratada por la ESA gracias a su propuesta completamente innovadora que llena un hueco hasta ahora inédito de micro-proyectos espaciales. Sin embargo, a pesar del atisbo de optimismo que la situación aparenta presentar, conviene no olvidar cuáles son las amenazas que continúan vigentes y el relevante papel que la ciencia-ficción desempeña en este proceso. Sirva con este propósito el siguiente texto del citado autor, traducido por el que escribe las líneas de esta pequeña introducción.

Carencia de innovación (Innovation Starvation)

Por Neal Stephenson (acceso al artículo original )


Representación de un simbólico «árbol de de las ideas» yermo
[Imagen: Marshall Hopkins]

Mi vida abarca la época en la que Estados Unidos de América fue capaz de lanzar seres humanos al espacio. Algunos de mis recuerdos más tempranos son los de estar sobre una alfombra de rizo ante una enorme televisión en blanco y negro, viendo las primeras imágenes de la misión Géminis. Este verano, a la edad de 51 años —apenas puede decirse viejo— observé en una pantalla plana el momento en el que el último transbordador espacial despegaba de la plataforma. He seguido el decrecimiento del programa espacial con tristeza, incluso amargura. ¿Dónde está mi estación espacial en forma de donut? ¿Dónde está mi billete para Marte? Durante todo este tiempo he mantenido ocultas mis impresiones, hasta hace poco. La exploración espacial siempre ha tenido sus detractores. Quejarse de su fallecimiento es exponerse a los ataques de aquellos que no se identifican con un hombre blanco burgués de mediana edad estadounidense, que no ha visto sus fantasías de infancia cumplidas.
Publicado por Lino Moinelo el 25 may 2019 0 comments [Más...]
Desde tiempos remotos el ser humano ha venido construyendo una cultura en la cual los mitos y las leyendas han ocupado una parte fundamental. Los retos de antaño, rodeados de desconocidos peligros, han producido en la especie humana una fascinación especial compuesta de temor y atracción al mismo tiempo. La ciencia-ficción continúa de alguna manera el legado de aquellos antiguos relatos mezcla de mito y realidad que ayudaban a superar temores y a expandir el horizonte del conocimiento al proponer nuevas metas, rodeándolas de un halo mítico. En definitiva, una herramienta para manejar el ansia que nos produce lo que sabemos desconocido, aquello que somos conscientes que nos queda por saber. La eterna paradoja que ha marcado nuestra Historia.
Publicado por Lino Moinelo el 5 feb 2017 1 comments [Más...]

Especular sobre cuales son los límites de nuestra especie e imaginar que pueden superarse es una de las áreas exploradas en la ciencia-ficción y otros géneros relacionados. También en el ámbito científico se discute sobre esta posibilidad, especulando sobre inteligencias artificiales cuyo potencial supere al humano, situación que es denominada como la «singularidad tecnológica». Pero también existen postulados en los que mejoras tecnológicas o genéticas aplicadas a nuestros cuerpos lograrían un aumento tal en nuestras capacidades que conllevaría una modificación de nuestra propia condición como especie, desembocando en el llamado «transhumanismo».
Publicado por Lino Moinelo el 27 nov 2016 0 comments [Más...]

El Ministerio del Tiempo (Pablo y Javier Olivares, 2015) ha roto ciertos esquemas dentro de la producción cultural popular española. Según los parámetros de las cadenas «generalistas» las cifras de audiencias no son gran cosa, sin embargo, en Internet se ha convertido en un fenómeno inusual en España. Un público significativo al que no le satisfacía la producción propia —debiendo buscar otra de su agrado en proveedores web fuera del país— y que no era tenido en cuenta, se ha encontrado de repente con un panorama distinto. Sin ánimo de profundizar cuales son los factores de por qué pasaba esto y cómo ha ocurrido ahora, parece que ha sido la ilusión y empeño de sus creadores lo que lo ha hecho posible. El resultado es un fenómeno normal en otros países europeos —como Reino Unido y su Doctor Who— que parece que se ha iniciado también en España: una cadena pública mostrando un producto por el cual los personajes históricos son objeto de agitación en la red.

Gracias al uso de la ciencia-ficción como vehículo, esta producción ha logrado que la historia sea tratada con menos visceralidad, pudiéndose debatir sobre ella con mayor normalidad. No sólo en el ámbito de las Humanidades ha despertado una nueva corriente cultural, también ha suscitado artículos cuyo tema principal es el de la propia naturaleza del tiempo. Gracias a esta serie, se ha llevado al terreno de lo popular discusiones de asuntos propios de la física y la cosmología. Lo que tratándose de España, se puede decir que es ciencia-ficción «dura».

El origen de las puertas

Una de las criticas sobre la serie es la de la falta de rigor a la hora de dar explicaciones. En concreto, en determinado momento de la serie se alude a la «magia» de un rabino judío como explicación de la aparición de las puertas. Al parecer, no se tiene en cuenta que el momento de la historia de la que proviene la fuente es el Siglo XV, por lo que difícilmente se podría hablar de otra causa. Ocurre que en algunas ocasiones esta carencia es intencionada, bien por no desviar la atención del espectador o por no dar detalles que puedan ser usados en otro momento de la trama principal de la serie. En este caso, sirve también para que de nuevo, sean los aficionados los que especulen sobre la misma.

En películas como El final de la cuenta atrás (Don Taylor, 1980), Donnie Darko (Richard Kelly, 2001) o la serie española La chica de ayer (Antena 3, 2009) se muestra como el espacio-tiempo produce de forma espontánea rupturas a través de las cuales es posible acceder a otro lugar y/o otro tiempo —la serie española difiere de la original precisamente en este punto—, formando bucles temporales autoconsistentes. Dejando a un lado la posibilidad y probabilidad de que esto pueda suceder —en todo caso, seguro que muy poca— lo más parecido que hay en física que pueda explicar este tipo de portales recibe el nombre de agujero de gusano.

De cualquier manera, esta explicación es insuficiente para este caso ya que las puertas conducen a lugares bajo dominio del gobierno español en algún momento de la historia, por tanto, las puertas deberían haber sido construidas explícitamente. Según la web Cuentos Cuánticos unos seres de al menos cinco dimensiones serían capaces en teoría de acceder a la dimensión temporal y poder construir agujeros de gusano estables, que en la serie representan las puertas del tiempo. Son como unas Stargate de todo a cien ―de alguna manera, el formato de escaramuzas a través de las puertas forma un planteamiento similar a la conocida franquicia―.

El tiempo y las puertas

No hay obra sobre viajes en el tiempo que sea fácil de comprender. La mayoría esconden alguna que otra incoherencia si se las mira con lupa. Tampoco podemos exigir demasiado ya que ni siquiera la ciencia se pone de acuerdo en definir el Tiempo y mucho menos, establecer de forma concreta si es posible viajar por él y cuáles serían las formas de hacerlo. En todo caso, si bien no se puede exigir mucha precisión en cuanto a la física utilizada, sí que se debe esperar coherencia dentro del relato en cuanto a la solución escogida. En el caso que nos ocupa parece que hay algunas lagunas argumentales que resultan desconcertantes, como explican de forma original en el blog El profe de física. Pero lo importante de la cuestión es que inventar una historia sobre viajes en el tiempo, implica necesariamente tener una idea básica de cuál es el modelo temporal que se va a utilizar, al menos desde un punto de vista filosófico.

La principal diferencia y originalidad de la serie es que no se puede viajar al futuro. Como explica el subsecretario del ministerio Salvador Martí (Jaime Blanch) en el primer capítulo, «el tiempo es el que es». Es decir, no hay más tiempo que el construido en el pasado y que continúa construyéndose en el presente. En el blog Ciencias Mixtas dan una explicación más detallada de este modelo llamado universo de bloque creciente. También llamado presentismo, se diferencia del eternalismo —más habitual y aceptado por la comunidad científica— en que en este último existe teóricamente un futuro prescrito. Un futuro que sólo podemos ir conociendo a medida que nuestra mente navega por el flujo temporal, al estar sujetos a nuestras cuatro dimensiones.

Sin embargo, en el presentismo usado en la serie el tiempo se construye progresivamente a medida que transcurre. Se puede ir hacia atrás y volver al presente, pero no podemos acceder al desarrollo futuro. Algo así como un tren que va construyendo su propia vía férrea. Este modelo es el que más se ajusta intuitivamente con lo que nuestra mente observa. Si el universo está expandiéndose espacialmente y tiempo y espacio están inextricablemente unidos, esta expansión lo sería también del tiempo. Podríamos postular por tanto —con las zapatillas de ir por casa— que el tiempo está expandiéndose y que más allá de esta evolución, no es posible acceder de ninguna manera, porque no existe lugar ni tiempo a donde ir.

Los límites

Ambos modelos teóricos no acaban de dar respuesta a algunas incógnitas. Algunos científicos sospechan que no podría viajarse a un momento anterior al de la construcción de un hipotético dispositivo de viaje temporal. En la serie se observa como hay una puerta a través de la cual podemos asistir a la construcción del Acueducto de Segovia ¿cómo es posible si las puertas fueron creadas varios siglos más tarde? Una «explicación» es que las puertas ya existían, creadas por alguna otra inteligencia, y que fueron reveladas al rabino judío posteriormente.

La otra cuestión por resolver es la de si es posible alterar los acontecimientos pasados y en caso de ser así, cómo afectan al futuro —o al presente, según sea el punto de vista del observador—. En la serie no queda clara esta parte. Más bien parece que hubiera una protección cronológica de manera que la línea temporal mantiene su consistencia ¿Tal vez el principal secreto del Ministerio del Tiempo es que es innecesario?

Otro inquietante misterio es donde queda el libre albedrío. Parece que en el presentismo el futuro se va construyendo y una vez más coincide intuitivamente con lo que queremos creer, que somos libres. Pero ¿qué ocurre con el pasado? ¿Son nuestros yo del pasado unas meras marionetas movidas por el destino? ¿Cómo sabemos si somos nosotros una de esas marionetas con un escrito e inmutable futuro que no podemos cambiar? Por calmar algo la angustia de nuestra existencia, tal vez se trate de una cuestión de probabilidades. El destino del universo seguramente es inmutable, pero puede que nuestros propios destinos individuales tengan muchas posibilidades abiertas. Sugiero que en cualquier caso, aprovechemos el tiempo.

Publicado originalmente en Al Final de la Eternidad

Publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción
Publicado por Lino Moinelo el 10 ene 2016 2 comments [Más...]
La importancia de Matrix como uno de los eventos cinematográficos más importantes de la historia no es necesario demostrar. Sin embargo parece que algunas partes de su argumento no están del todo claras. Le propongo al lector que visitemos de nuevo una de las más famosas sagas de la ciencia-ficción, empezando por lo más visible, para luego escudriñar algunos de sus recovecos más escondidos.


Publicado por Lino Moinelo el 23 ago 2015 0 comments [Más...]
'Entropía', o el uso de conceptos científicos que estimulan la curiosidad del lector y lo familiarizanLa relación entre ciencia y ciencia-ficción es un asunto que parece condenado a eternas discusiones entre parte del público. Seguramente en unos casos es por saber poco, y en otros tal vez por saber demasiado —hay un tercer grupo que realmente parece que se divierte causando malentendidos, pero los dejaremos por ahora—.

Cuando se analiza la escrupulosidad científica de una obra de ciencia-ficción suelen obviarse dos factores que creo son, sin embargo, importantes:

Publicado por Lino Moinelo el 3 may 2015 0 comments [Más...]
[actualizado el 27/09/2023]
Una de las frases más conocidas por los aficionados a la ciencia-ficción es «el espacio, la última frontera» popularizada por la famosa serie televisiva Star Trek. A lo largo de la historia nuestra especie se ha encontrado con otras fronteras, si no tan lejanas en distancia, sí más sorprendentes, difíciles de alcanzar, y enormemente enigmáticas de lo que se esperaba. Uno de estos casos podrían ser los profundos fondos marinos de las fosas abisales. Lugares a los que la luz del Sol ha llegado tan poco como a los más lejanos planetas del sistema solar. Entre otros de estos desafíos existe uno en el que poderosos sectores del mundo científico y empresarial están invirtiendo grandes recursos. No se trata de la energía del punto cero, ni de la teleportación, ni de viajes a mayor velocidad de la luz. Ese gran reto tan lejano en apariencia, es sin embargo, uno que llevamos permanentemente muy cerca de nosotros: la mente humana.

El ámbito que estudia la emulación de nuestra mente está rodeado de una gran controversia, no sólo científica, sino también filosófica y política. La división no consiste en la clásica diferencia entre lo racional y lo místico, sino que dentro de la propia comunidad científica hay diferencias sustanciales de concepto. Estas provienen por un lado, de las distintas maneras de enfrentarse a lo que se llama como «singularidad tecnológica», lo que Asimov llamó el «complejo de Frankenstein» o el temor a que las máquinas nos sustituyan. Se podría establecer una clasificación de estas posturas de la siguiente manera: (a) los que piensan que la emulación y superación de nuestra mente en todos sus aspectos, no es más que cuestión de tiempo y desarrollo tecnológico. (b) Los que creen que nuestra consciencia no es posible emularse mediante una máquina, y que sólo un organismo biológico que ha pasado por un proceso evolutivo puede alcanzarla. (c) También están los que piensan que será necesario un descubrimiento importante a nivel cualitativo —que actualmente apenas se intuye— para tan solo comprender los mecanismos por los que actúa nuestra mente en su totalidad, mucho menos para emularla. (d) Y finalmente, los que piensan que aunque no sea en todos sus aspectos, la mente puede ser imitada en gran medida o en todo caso, lograr dispositivos autónomos lo suficientemente capaces como para considerarse equivalentes a los humanos.

En cuanto a la cultura popular y el resto de la sociedad, algunas personas —acostumbradas a estar en «la cima» de la cadena alimenticia— se sienten incómodas en cuanto contemplan la posibilidad de tener frente a sí a otro «ser» con similares o superiores capacidades. Temor análogo a la posibilidad de contactar con seres extraterrestres más avanzados intelectualmente o más desarrollados tecnológicamente. Esto se suma a la tendencia actual relacionada con el ciberpunk a pensar que el ser humano es sustituible, una máquina imperfecta que puede —y debe— ser superada. Y luego estamos los demás, que simplemente, sentimos verdadera fascinación por imaginar máquinas que puedan pensar, sean antropomórficos o si nos miran a través de una gran lente con tonos rojizos. El hecho de que la ciencia no tenga una explicación adecuada en sus propios términos para definir inteligencia o consciencia es lo que provoca que cada sector se incline a a favor de sus preferencias subjetivas, en función de las creencias, ideologías y en definitiva, de las distintas concepciones filosóficas que se tiene del mundo que nos rodea. 

Pensamiento, consciencia e inteligencia

Ciñéndonos exclusivamente al mundo científico y dejando a un lado en esta ocasión las respuestas basadas en explicaciones de origen místico, por simplificar, se podrían formar tres grandes grupos de científicos en función de sus ideas sobre el asunto —entre paréntesis se indica la relación con la clasificación anterior—:

El cerebro es una máquina —(a)—

Los defensores de la llamada Inteligencia Artificial «fuerte» —el resto es llamada «débil»—, postulan que el cerebro es una especie de ordenador enormemente complejo que puede ser emulado en su practica totalidad. El principal límite para alcanzar este logro sería necesitar del suficiente desarrollo tecnológico, a lo que responden con la llamada Ley de Moore y por extensión a la del crecimiento exponencial, por la cual se barajan unas fechas calculables donde mediante la tecnología se podrá superar incluso la capacidad del cerebro humano.

Este grupo se caracteriza por un gran positivismo científico, que por propia definición, tiende a ignorar todo aquello que no se puede medir. Aunque su especialidad no es la Inteligencia artificial, tal vez el científico más reconocible de esta tendencia epistemiológica es el famoso zoólogo de origen británico Richard Dawkins —prologuista de La máquina de los memes (2000), de Susan Blackmore—. Este y otros científicos y divulgadores dan forma al llamado nuevo ateísmo. Entre ellos se encuentran un tal Daniel Dennet —filósofo de la ciencia destacado en el campo de las ciencias cognitivas— y Steven Pinker —científico cognitivo y escritor—.

Sus ideas sobre nuestra mente consisten someramente en considerar que sea lo que sea ocurre dentro de nuestro cerebro, como elemento físico y circunscrito en un espacio limitado que es, ha de ser posible reproducirlo —en imitación a lo que la naturaleza ha logrado— mediante tecnología lo suficientemente avanzada —en la actualidad, técnicas computacionales llevadas al extremo—. Si bien este argumento parece aplastantemente cierto en su primera parte, tiene el problema de ignorar aspectos cuyos principios no son conocidos, y lo que se sabe de ellos arroja más dudas: conceptos como la consciencia —o la capacidad de una entidad de tener conocimiento sobre si misma y su relación con el entorno— , la intuición —o la capacidad de llegar a conclusiones útiles sin disponer de toda la información relevante—, o la capacidad de resolver problemas no computables —aquellos que ningún computador, por potente que sea, puede resolver—. A pesar de estos problemas, insisten en continuar con sus investigaciones basadas en la más pura ortodoxia científica tradicional, convencidos de que el aumento de la capacidad de procesamiento será suficiente para que aparezcan el resto.

Los «platónicos» —(b) y (c)—

Gracias a los estudios de Alan Turing y de Kurt Gödel principalmente, se conoce que hay procesos que no pueden ser emulados en ningún computador siguiendo los estándares de programación actuales. En función de este límite, otra buena parte de la comunidad científica está convencida de que nuestra mente se rige por unos principios desconocidos cuyo fundamento principal no tiene nada que ver con el de los actuales computadores basados en la Máquina de Turing. No descartan que algún día se cree algún dispositivo con capacidades de toma de decisión tan avanzadas que verdaderamente pueda coexistir con los humanos y realizar tareas que no requieran nuestra intervención. Pero en la actualidad, piensan que no se ha dado ni un solo paso en la dirección de lograr una inteligencia comparable a la humana. Asumen que inteligencia y consciencia son conceptos íntimamente relacionados, de forma que no pueden existir una sin la otra fuera de un soporte biológico. El conocido Test de Turing y experimentos mentales como la Habitación China (John Searle), sin ser concluyentes, parecen dar validez a estas suposiciones.

Lo más pintoresco de este colectivo de científicos sobre nuestra condición —con toda probabilidad, la causa principal de diferencia con el anterior— es que para ellos la intuición es un proceso que nos conecta con un plano dimensional distinto al físico, en donde residen todas las ideas en espera de que un cerebro «conecte» con ellas y las «descubra». El uso de este verbo no es arbitrario, ya que en algunos casos parece que en efecto —según este paradigma— determinados conceptos hayan estado «ahí», desde el principio de la eternidad, hasta que alguien ha dado con ellos.

Roger Penrose —también de origen británico— es el científico más conocido que muestra este parecer. En su libro La nueva mente del emperador (1991), explica cómo los fractáles aparentan «esconder» en su interior matemático estructuras complejas sorprendentes cuyas manifestaciones pueden encontrarse en la naturaleza. En su obra, argumenta que no son pocos los casos de científicos que han realizado sus descubrimientos de forma «repentina», sin realizar un proceso racional para llegar hasta ellos —por supuesto, la validación posterior fue a través del método científico—. La teoría de la mente que Penrose propone se basa en la mecánica cuántica, hoy por hoy la que parece ser la única alternativa para poder explicar el peculiar funcionamiento de nuestra mente. Si bien, para llegar a una solución satisfactoria es necesario alcanzar logros tales como desarrollar una Teoría del Todo, que haga compatibles la gravedad con la mecánica cuántica —de momento irreconciliables—. El problema de la teoría de Penrose es que es demasiado ambigua y abarca demasiado, siendo como matar moscas a cañonazos. En otra de sus obras —Lo grande, lo pequeño y la mente humana (1999)— el científico contesta a algunos argumentos de otros colegas —como Stephen Hawkins— y proporciona detalles más concretos de su teoría así como una prueba experimental para refutarla.

Isaac Asimov (d)

Tuvo que ser un escritor de ciencia-ficción el que señalara algunos conceptos que el mundo científico había pasado por alto, perdidos entre discusiones ideológicas y probablemente, mirándose en exceso el ombligo. Asimov era profesor de universidad, pero su prestigio —aún vigente— proviene principalmente de sus conocidas facetas de escritor y divulgador. Su interés personal no residía en la investigación científica sobre la inteligencia, aunque había escrito algunos artículos sobre los test de coeficiente intelectual.

En una ocasión le pidieron que diera una charla sobre el tema tras una cena conmemorativa, junto a otros científicos. Resulta que en aquella cena se reunían investigadores de primera talla como Marvin Minsky y Heinz Pagels, que por azares del destino se sentaron uno a cada lado del escritor de La Fundación. Minsky y Pagels continuaron ambos con una discusión que venía comenzada de una conferencia sobre computadores en la que también se encontraba John Searle. Resumidamente, Pagels era de la opinión de Searle, Penrose y compañía, mientras que Marvin Misnky defendía la postura típica de la inteligencia artificial fuerte de Dennet, Pinker y otros. Al comprobar el enorme empeño que ambos científicos ponían en sus posturas, Asimov percibió que se encontraba ante un asunto de una magnitud mayor de lo que había supuesto. Con cierta ansiedad —según relata Asimov en El Monstruo Subatómico— escuchó a ambos científicos en su acalorado debate —que discurrió literalmente «sobre su cabeza»— y con esos datos, improvisó una charla que al parecer dejó a todos con la boca abierta. El patilludo escritor argumentó que además de la inteligencia humana pueden haber otros tipos de inteligencias —naturales o artificiales—, las cuales resulta absurdo pretender identificar en base a cánones humanos —de alguna manera coincidente con lo que Stanislaw Lem suele reflejar en novelas como Solaris o Fiasco—.

En resumidas cuentas, lo importante no es imitar el funcionamiento de un dispositivo biológico como nuestro cerebro, fruto de millones de años de evolución que surgió al parecer como respuesta a la necesidad de desplazarse por la superficie. Un órgano que por una serie de factores azarosos y complicados, desarrolló posteriormente lo que conocemos como consciencia. La incomprendida serie de televisión Caprica (Moore y Eick, 2010) es de las pocas que refleja esta circunstancia: los primeros prototipos de cylones eran torpes en su interacción con el mundo físico, se tropezaban y no acertaban en sus objetivos. Al instalares un chip de última generación «meta-cognitivo» —en la serie, una nueva tecnología de computación—, lograban procesar la información necesaria para moverse por el entorno con efectividad, identificando con precisión objetivos, elaborando estrategias y ejecutándolas en la práctica. Tal vez sea posible lograr algún tipo de inteligencia no necesariamente como la humana, pero que pueda servir para su propósito. Tal y como Asimov argumenta, no es la primera vez que el ser humano crea dispositivos que no tienen igual en la naturaleza, pero son igualmente útiles a su modo, complementando lo existente. El principal ejemplo sería el invento de la rueda, cuya aplicación al transporte terrestre —entre otros— fue totalmente inédito.

Mente y Cosmos

En cualquier caso, el estudio científico de nuestra mente y de nuestra naturaleza, es un objetivo no menos interesante e igualmente válido que el de la inteligencia artificial —cuyas investigaciones pueden apoyarse mutuamente—. Sea cuál sea el camino, el resultado una vez se alcance cierto límite significará un antes y después en la historia humana —análogo al hallazgo de vida extraterrestre— cuyas consecuencias son imprevisibles. Siempre ha sido así en la ciencia. Siempre se ha tenido cierto temor o respeto a los resultados de los avances científicos. La diferencia es que ahora se tiene una idea conocida del producto resultante: un ser tan capaz como nosotros para hacer el bien, como el mal. Tal es así que hasta científicos de la talla de Stephen Hawkins han expresado su temor. Siendo como es nuestra mente el resultado de un proceso de varios millones de años, cincelado con las leyes de la termodinámica, la gravedad y la mecánica cuántica, tal vez no haya que buscar lejos las claves de la comprensión del Universo. Tal vez, tengamos primero que comprendernos a nosotros mismos.

Enlaces




Publicado posteriormente en El sitio de ciencia-ficción el 15 de abril de 2018
Publicado por Lino Moinelo el 6 dic 2014 0 comments [Más...]
El planeta Tierra es nuestro hábitat natural y al mismo tiempo, es como una «gran estación espacial» que nos pasea por una región del universo conocida como Sistema Solar. Ya se han encontrado planetas similares al nuestro, y tal vez algún día en el futuro podamos aventurarnos a vivir en ellos o visitarlos. Esperemos que si llega ese día no sea por una excesiva necesidad, pero, ¿y si no queremos o no podemos volver a «colonizar» otro planeta?

Además de las dificultades a las que el género humano se enfrenta para encontrar un planeta compatible con nuestra forma de vida o la dificultad para llegar hasta ellos, se podrían considerar otros límites éticos como suponer trasladar un problema de superpoblación, contaminación y falta de recursos, a otro futuro e hipotético planeta virgen. 

Por estos motivos, se han especulado con otros hábitats artificiales que nos permitirían vivir en el espacio alejados de nuestro hogar natural, pero disfrutando de una vida lo más parecida a este. Bien de forma permanente y estática, o como naves generacionales para largos viajes a través del cosmos. Sin pretender profundizar en ellos y sólo con ánimo de recopilarlos en una única entrada, estos son los principales:

Esfera de Bernal (1929)

Interior de una «Esfera de Bernal».
Imagen: NASA/Wikipedia
Todo empezó en 1929 cuando el científico John Desmond Bernal (The World, the Flesh & the Devil) propuso como posible estación espacial, una esfera de unos 16 km de diámetro en cuyo interior se recrearía un hábitat terráqueo (zonas urbanas, agrícolas, etc).
Publicado por Lino Moinelo el 29 ene 2014 0 comments [Más...]
El asímétrico rostro de Higgs, sobre una imagen rara, rara.
Foto: Conec.es
El mundo científico tuvo su gran momento de baño de masas cuando el equipo del Gran Colisionador de Hadrones, dio una de las noticias más importantes que la ciencia de la física de partículas nos ha brindado en décadas: el descubrimiento del Bosón de Higgs —o la mal llamada «partícula de Dios»—.
Publicado por Lino Moinelo el 20 mar 2013 3 comments [Más...]
LHC (Cern)Tras el revuelo organizado por el importantísimo descubrimiento del LHC, se han estado dando explicaciones de lo más variopintas sobre la magnitud del mismo: que si el universo es «como un campo de césped», o incluso que el campo de Higgs es como una multitud de jovencitas, que será atravesado con mayor o menor esfuerzo en función de quien quiera alcanzar el otro extremo.
Publicado por Lino Moinelo el 4 oct 2012 0 comments [Más...]
Isaac Asimov continúa en Nueva Guía de la Ciencia mostrándonos su entusiasmo y capacidad para la divulgación científica, postulando sobre las posibilidades de la especie humana para conocerse a si misma a través de la creación de inteligencias semejantes a la suya. Como buen positivista científico no duda en las posibilidades de que el ser humano logre alcanzar dicho sueño, pero no tiene reparos en reconocer las especiales circunstancias que rodean al funcionamiento de nuestra mente, ocultas aún y sin perspectivas claras de conocer sus entresijos.

De forma brillante, y al igual que otros grandes escritores de ciencia-ficción comprometidos con la ciencia como Stanislaw Lem, cuestiona la utilidad practica de obsesionarse con la meta de recrear de forma exacta nuestra mente, mostrándose a favor de buscar una inteligencia artificial que nos complemente, en lugar de una que pueda sustituirnos.
Publicado por Lino Moinelo el 24 mar 2012 0 comments [Más...]
Isaac Asimov se citaba a si mismo en Nueva Guía de la Ciencia, uno de sus más importantes trabajos de divulgación científica, explicándonos el origen la la palabra robot y cómo surgió su derivado de robótica, gracias al propio autor. Además, realiza una critica del tratamiento poco realista e impropio de la ciencia-ficción, dado en muchas obras de este género a los seres con inteligencia artificial creados por el Hombre. Tiene ya algunos años pero los retos que describe siguen todavía vigentes:
Publicado por Lino Moinelo el 16 mar 2012 7 comments [Más...]
La manzana de Newton. O por lo menos, una emparentada.Cuenta la conocida leyenda, que una simple manzana al caer despertó en la mente de uno de los científicos más brillantes de la Historia, tal vez el aspecto de la realidad que más nos influye en todo momento: la fuerza de la gravedad. Esta fuerza de la naturaleza, define sobre nosotros todo el entorno que nos rodea: el planeta sobre el que vivimos, la atmósfera que respiramos, e incluso nuestra forma como especie.

Publicado por Lino Moinelo el 11 dic 2011 2 comments [Más...]
No pretendería buscar conceptos científicos en las obras de la ciencia-ficción. No porque no los haya en ocasiones, si no porque no es intención de este género el tenerlos. Por un lado, porque la ciencia-ficción consiste precisamente en transgredir la ciencia, y por otro, porque este género no posee unos límites precisos que aseguren la coherencia en el método científico. Serán la creatividad de sus autores y el entretenimiento de su publico, los principales objetivos. Como en cualquier otro tipo de obra.

Sin embargo, la ciencia-ficción se diferencia del resto del género fantástico en que intenta dar a sus obras el máximo realismo posible. Este realismo, o más bien habría que decir «ilusión de serlo», se logrará en función del autor y del público. Aunque la ciencia-ficción más convencional suele usar escenarios reconocibles, pero inverosímiles, para contar lo mismo de siempre, en ocasiones, el realismo consistirá en usar esos escenarios para contar historias que sin ellos sería imposible de hacer. En otras, en un uso más o menos escrupuloso del método científico, para que los postulados y las consecuencias que se deriven de ellos resulten plausibles, aunque  ficticias.

Pero el dicho dice «en ocasiones, la realidad supera a la ficción». El ser completamente consecuente con el método científico puede hacer a una obra ininteligible para sus lectores, resultando peor el remedio que la enfermedad. Bien por carecer estos del suficiente estímulo científico, o bien porque aún siendo coherente, no resulte lo suficientemente verosímil debido a causas político-culturales de todo tipo, presentes en la sociedad: prejuicios, manías, modas, tendencias, etc.

Aún así, la ciencia-ficción puede tener un carácter didáctico muy importante, al permitir ponerse en la piel de su autor para deducir y comprender las razones de escoger una solución determinada, en el universo particular que ha creado para ubicar su historia. Además, es útil para realizar «experimentos mentales», estimulando el conocimiento de los parámetros científicos utilizados, inventados u omitidos. En palabras de Miquel Barceló:
Son precisamente esas maravillas de la ciencia ficción las que atraen, como no podía ser menos, a los jóvenes que se interesan fácilmente por su temática y contenidos, encontrando en sus contactos con la ciencia ficción motivo de diversión pero también de reflexión original y prometedora.
Como creo que yo también fui uno de esos jóvenes a los que la ciencia-ficción les marcó para siempre, dedicaré una serie de artículos a estas reflexiones sobre aspectos científicos evocados a partir de la ciencia-ficción. La serie se llamará «Buena ciencia», y con ella deseo mostrar mi gratitud hacía todos los que con su legado, han posibilitado la ciencia-ficción tal y como la conocemos.

Buena ciencia en Planetas Prohibidos


foto: El pintoresco «Doc» Emmet Brown de «Regreso al futuro», cuya estética recuerda poderosamente a la de Albert Einstein, científico cuyos descubrimientos y personalidad tuvieron una influencia decisiva incluso hoy en día en muchos aspectos, pero sobre todo en la imagen que los científicos ofrecen a la sociedad
Publicado por Lino Moinelo el 27 nov 2011 2 comments [Más...]
La encantadora «Princesa Leia Organa», armada con un «Blaster»Para ciertos aficionados al género, Star Wars se incluye con dificultad dentro de la ciencia-ficción. Se puede admitir esta postura, pero llega siempre un momento en el que hay que tomar una decisión, y como diría aquel, «pasar no pasa nada, pero serlo, es». Aunque tiene elementos de otros géneros diversos —lo que hace que mucha gente no la clasifique dentro de el—, acabaríamos dándonos cuenta de que el problema es el obstinado empeño en encasillar con calzador en el género que mejor cuadre con nuestro particular deseo.
Publicado por Lino Moinelo el 30 oct 2011 14 comments [Más...]