Archivo de diciembre 2014


A veces, una expresión artística se le va de las manos al artista, y no sabe muy bien cómo acabarla, o cómo continuar. Esto pasa a menudo, por lo que tengo visto, en ciertos discos de rock, y en libros, sobre todo de literatura juvenil. Tienen ideas para, por ejemplo, un disco largo, o dos (o uno doble) más cortos. ¿Y qué hacen?; se lanzan a la piscina y crean más material para tener uno doble largo (valga la explicación para libros y sagas). Entonces, bastante material del publicado se nota como de relleno, y la obra final acaba resintiéndose; lo que podría haber sido un buen disco, o libro, acaba pagando por ese excesivo material, que se nota añadido para rellenar minutos/páginas.
Por supuesto, sabéis que hablo de las tres películas de "El Hobbit"; hubieran salido dos muy buenas películas, pero sin embargo el resultado final se resiente por ese exceso de metraje que Peter Jackson se empeña en meter en sus obras sobre la Tierra Media; pero, paradójicamente, esas obras parecen recuperarse… ¡con más material extra, el contenido en las versiones extendidas! En dicho material extendido se explican cosas que en las versiones de cine ha tenido que cortarse, por excesivo extraje/minutaje. Entonces, ¿hay excesivo metraje, o falta para que todo quede perfectamente hilvanado? Ahí es donde entramos, de manera directa, en lo que comentamos al principio, enlazándolo con la excesiva, llamémosle, “grandilocuencia” a la hora de recrear la Tierra Media por parte de Peter Jackson y su equipo; falta de saber sintetizar la narración para dejarlo todo atado sin necesidad de acudir a las extensiones. Claro, esto se hace por dinero, más versiones, más ventas; pero eso no es razón para haber sintetizado en las versiones de cine, y luego haberse extendido lo necesario en las versiones posteriores en los diversos formatos.
Pero, a pesar de esto, mi opinión como en anteriores comentarios, es que ha habido suerte en que sea Peter Jackson (contando en esta ocasión con la ayuda de Guillermo del Toro) el que recree estas historias de la Tierra Media (aún estando de acuerdo en que esto que nos han contado no ha sido "El Hobbit", sino una precuela a "El Señor de los Anillos").

Pero, ¿y en esta “La batalla de los cinco ejércitos?; pues, como digo, venía un tanto lastrada por las dos anteriores. Para mí, por “La desolación de Smaug” y para otros, por “Un viaje Inesperado” (y para muchos otros, por ambas). La anterior parte de esta saga se alargó, en mi opinión, en exceso, con las escenas de persecuciones, huídas, y sobre todo con la parte en los salones de Smaug; además de dejarnos ese final “interruptus” cuando el dragón sale de su “cueva” en dirección a la ciudad del lago. Pero claro, si no se alargan todos esos momentos, se hubiera quedado el tema en que tal vez no se alcanzaran las tres películas… y luego las versiones extendidas tal vez no lo serían tanto. Por eso, en esta ya entramos a verla pensando en qué alargará hasta casi el infinito el director, y cómo enlazará con el final de la anterior… ese principio de película que debía haber sido final de la anterior…
Aquí, como ya sabréis, alarga la(s) batalla(s); pero bueno, como ya sabemos que no vamos a ver en realidad "El Hobbit", sino una parte de "El Señor de los Anillos", puede acabar gustándonos. Ahora bien, en el apartado técnico parece haber dado un paso atrás respecto a las anteriores y, lo que es peor, incluso con las de "El Señor de los Anillos". Hay escenas en las que se nota claramente el CGI; no vamos a entrar en si esas escenas están mejor o peor rodadas, si son tan increíbles que incluso provocan sonrojo ajeno… no, lo peor de todo es que se nota demasiado el “truco”. Y pasa en varias escenas, lo que agrava el asunto. Al menos en la versión 3D HFR que vi yo (mareante en algunos momentos, casi espléndida en otros), pero que también he leído en otros comentarios.  

A nivel actoral, nada que no se sepa; Martin Freeman, Ian McKellen, Luke Evans, Richard Armitage, Evangeline Lilly… y en casi cameos, pero con su importancia, Cate Blanchett, Christopher Lee, Silvester McCoy, Hugo Weaving… y Benedict Cumberbatch.

 En resumen, ”La batalla de los cinco ejércitos” me ha gustado, aún teniendo en cuenta ciertos momentos de fallidos efectos especiales, más que las dos anteriores (dudaría con a primera), y la veo como un buen enlace con "El señor de los Anillos". Como digo, una cosa es la literatura, y otra el cine, y cada uno tiene sus expresiones y maneras de mostrar las cosas. Temas que funcionan en libro pueden no hacerlo en cine, y viceversa; tramas que funcionan vistas en pantalla, tal vez en libro no lo hagan. Así que, básicamente, me parece una buena visión la de Peter Jackson sobre la Tierra Media. Aún así, aún espero que sepa sintetizar y en próximas obras no le gane esa “grandilocuencia” de la que hablábamos, y no alargue en exceso obras que, redondeándolas mejor, podrían ser obras maestras (aunque, tal vez para algunos estas lo sean).




Publicado por JAVIER el 30 dic 2014 0 comentarios [Más...]
Inaugura La Pastilla Roja esta aventura editorial “low cost”, La Pastilla Azul, con este Dimensión B, catorce historias que rinden tributo, que homenajean, a los clásicos del Cine B, a veces Z. Es decir, a las películas de bajo presupuesto del género fantástico que para más de una generación despertaron, tal vez, el gusto por el fantástico, en cualquiera de sus vertientes; esas películas de platillos volantes, científicos locos, monstruos gigantescos, etc. Algunas de esas películas basadas en relatos que posteriormente fueron catalogados como clásicos, otras que simplemente exploraban el sentido de la maravilla con muy poco presupuesto, dejando muchas veces a la imaginación del espectador trabajar por su cuenta.
La Pastilla Azul ha querido rendir su homenaje a estas películas y, tras una convocatoria, a la que se le añadieron algunos nombres reconocidos dentro del fantástico, ha dado forma a esta nueva antología, que puede adquirirse por un precio realmente asequible en  DIMENSIÓN B


Son, como venimos diciendo, catorce relatos que abarcan casi todas las facetas de aquel cine de serie B; monstruos gigantescos, robots venidos del futuro, invasiones alienígenas, abducciones extraterrestres, seres mitológicos, leyendas del terror, etc. Por supuesto, cada autor le dará el giro que estime oportuno, saliéndose a veces, en la medida de lo posible,  del tópico, algo que supongo habrán valorado los jueces del certamen.

Como es habitual, no voy a reseñar cada relato, sino que hago una valoración general; tanto en este volumen, como en otros organizados por La Pastilla Roja (y otras editoriales/webs/grupos que realizan una labor similar), el tema elegido condiciona, como es natural, el resultado final. Aunque los autores hayan querido salir, como digo, en algunas ocasiones del tópico, debemos de tener claro que vamos a leer una serie de historias similares a aquellas películas o series de TV, que muchos recordamos de nuestra infancia o juventud, o que han quedado en el ideario colectivo de los aficionados al fantástico; Ultimátum a la Tierra, El monstruo de la laguna negra, La invasión de los ladrones de cuerpos, Invasores de Marte, Planeta Prohibido, etc.  A veces ese querer salirse del tópico ha jugado, en mi opinión, en contra de los relatos que lo han intentado. Un caso similar a cuando reseñamos “Bueno, bonito, maldito”, en el que veíamos algunos relatos forzados en relación con e objeto “maldito” centro del relato; aquí vemos algunos relatos un tanto desbocados, por decirlo de alguna manera. Sin embargo otros, la mayoría, aciertan en sus planteamientos, acercándonos tanto a aquellos films y series de serie B, como a los relatos en los que, a veces, se basaban.
Esto hace que el resultado final sea muy apreciable, y más por el bajo precio al que puede conseguirse esta nueva obra coral de La Pastilla Roja, en su nueva aventura “bajo coste” La Pastilla Azul.

Esperamos nuevas obras (que sabemos que están ya en proceso) para seguir disfrutando de estas aventuras editoriales tanto por la que estamos reseñando, como otras en el mundillo del fantástico.   


 
1- AÑO NUEVO TÓXICO, Emilio J. Bernal
2- LA FLOTA FANTASMA, Eduardo Casas Herrer
3- EL ZAFIRO VECTORIAL, Pedro Berenguel Nieto
4- ¡CUIDADO CON LOS ROBOTS ALIENÍGENAS DEL FUTURO!, Tony Jiménez 5- EL HORMIGUERO SEXUAL, Jorge P. López (Bob Rock)
6- LA ÚLTIMA CENA DE ACCIÓN DE GRACIAS, José Luis Carbón Tirado
7- MAULLIDOS, Antonio González Mesa
8- CAZADORES DE GIGANTES, Ángel Villán
9- EL ATAQUE DEL ASESINO INVENCIBLE, Juan González Mesa
10- EL WENDIGO DEL PLANETA GLUCK, Ana Morán Infiesta
11- BAJO LA SUPERFICIE, Santiago Sánchez Pérez (Korvec)
12- HEREJÍA, José Miguel Gómez
13- LA CRIATURA DEL LAGO INTERESTELAR, Lluís Rueda

14- LA CARA B, Alejandro Castroguer
Publicado por JAVIER el 29 dic 2014 0 comentarios [Más...]
Autor: Javier Quevedo Puchal
Formato: Rústica con solapas
15x21cm., 292 páginas
Precio: 18 euros
ISBN: 9788416307005

1ª Edición:  noviembre de 2014
Sinopsis editorial:

Cazadores urbanos tras las presas más codiciadas. Una extraña torre sin puertas. Ancianas obsesionadas con la belleza perdida. Demonios familiares encerrados en el ático. El corazón de una bruja enterrado bajo un rosal. Noches de bodas negras como crespones…

Javier Quevedo Puchal, ganador del Premio Nocte, nos presenta con “El manjar inmundo” una fascinante antología de relatos de terror gótico inspirados en cuentos de hadas clásicos, desde los hermanos Grimm hasta Andersen o Perrault. Trece asombrosas deconstrucciones de las historias con las que todos hemos crecido. Trece perturbadoras narraciones que reflexionan sobre nuestro lado más oscuro, pero también sobre aquellas debilidades que nos vuelven más humanos. “El manjar inmundo” es, en definitiva, el banquete perfecto para degustar como un buen vino tinto. A sorbos espaciados. Sin prisas. Igual que aquellos cuentos de nuestra infancia que, a la luz de la lamparilla, leíamos cada noche antes de dormir.

Opinión:

En alguna reseña anterior ya habíamos comentado que, en realidad, los cuentos infantiles que conocemos, no fueron concebidos como tales. Las versiones que conocemos (Blancanieves, Caperucita, Cenicienta, Juan sin miedo, etc) nos han llegado muy suavizadas, edulcoradas casi, y generalmente no recogen el grado de crueldad y moralina que era lo que caracterizaba  a esas obras. El mismo autor lo comenta en la introducción del libro, y nosotros mismos hemos dado también algunos ejemplos en las reseñas que citamos. En esencia, los cuentos que hoy día conocemos (muchos a través de las versiones de Disney), eran relatos atemorizantes, con sumo grado de crueldad (incluso sadismo), que servían como advertencia al pueblo en general, y a los más jóvenes en particular. Esto llevaba implícita, además, una importante carga moralizante. Con el paso del tiempo, las diferentes versiones y, como decimos, la influencia Disney en el mundo occidental, hicieron que se suavizaran en grado sumo… sin perder su carga moralizante, pero sí gran parte (casi toda) de la parte cruel (recordemos, por ejemplo, que aún así el lobo se come a la abuelita, y él acaba abierto en canal, relleno de piedras, y lanzado al río para que se ahogue).
Ahora, el autor nos presenta una especie de versiones de dichos cuentos, cargados de la crueldad y el sadismo que han ido perdiendo por el camino que ha conducido hasta las versiones que todos conocemos. Pero no se ha limitado a coger dichos cuentos y darles un giro, un lavado de cara, y añadirles (o quitarles) alguno de los elementos reconocidos; no, él ha cogido la base del relato, y ha armado su propia versión, a veces reconocible casi solamente por la pequeña introducción, en la que presenta una líneas del cuento original, con su título y autor, mientras que en otras sí que está más presente el relato base, y en otras, a pesar de reconocerlo, nos cuenta lo que “pasó después” de lo que conocemos, o ”cómo se llegó” a ese punto en el que comienza la lectura.

Leyéndolos, me vino una imagen a la cabeza (influenciado tal vez por mi tendencia a la ciencia ficción); es como si e mundo de los cuentos que conocemos hubiera tomado contacto en alguno de sus puntos con un mundo más perverso, más cruel, creándose una amalgama de ambos mundos, tomando elementos de uno y otro, y dando así lugar a un mundo nuevo con estos cuentos que nos presenta Javier Quevedo Puchal.   
Todo unido al hecho de que, como dijimos en la reseña de “Lo que sueñan los insectos”, Javier escribe muy bien (no en vano ha ganado algunos premios de categoría), logrando atmósferas e imágenes de gran belleza, aunque pueda sonar extraño hablando de este género, cosa que comentamos con el propio autor en la presentación del libro mencionado. De Javier, hasta la lectura de “Lo que sueñan…”, sólo había leído un relato en una antología, así que la lectura de ese título me resultó una agradable sorpresa, por la calidad de la escritura y el manejo del lenguaje para crear esas imágenes y atmósferas comentadas. Evidentemente, también por la creación y manejo de los personajes, tanto principales como secundarios, y toda la trama. En este caso, al ser un género de menor extensión, y de versiones “conocidas”, con una extensión limitada dada por los cuentos que “homenajea”, la tarea del autor se complica, pues como decimos tiene que dar una versión propia, al mismo tiempo que en pocas páginas consigue seguir dando muestras de su manejo del lenguaje y de la creación de ambientes malsanos, pervertidos, decadentes a veces, pero que nos mantienen pegados a las líneas que estamos leyendo.

A todo esto, el libro también cuenta con una excelente introducción a cargo de dos autores reconocidos como Santiago Eximeno y David Jasso, que en clave irónica, pero acorde con lo que después vamos a leer, inciden en todo el tema este de las versiones originales, no edulcoradas, de los “cuentos infantiles”.

También comentar que viene ilustrado por unas excelentes láminas en b/n obra de CalaveraDiablo, en total consonancia con el ambiente del libro.

Como es costumbre, no vamos a realizar reseña cuento por cuento, sólo decir que todos mantienen el excelente nivel, aunque algunos resalten, cosa lógica, por encima de otros. Pero en este caso podríamos decir que tal vez esto tenga que ver con la materia primigenia de la que parte el autor, y que unos pueden dar más juego (macabro) que otros, aunque todos sean excelentes (además, también dependerá del gusto de cada uno, por supuesto).

Recomendación; no lo dejes escapar.



Publicado por JAVIER el 20 dic 2014 0 comentarios [Más...]
[actualizado el 27/09/2023]
Una de las frases más conocidas por los aficionados a la ciencia-ficción es «el espacio, la última frontera» popularizada por la famosa serie televisiva Star Trek. A lo largo de la historia nuestra especie se ha encontrado con otras fronteras, si no tan lejanas en distancia, sí más sorprendentes, difíciles de alcanzar, y enormemente enigmáticas de lo que se esperaba. Uno de estos casos podrían ser los profundos fondos marinos de las fosas abisales. Lugares a los que la luz del Sol ha llegado tan poco como a los más lejanos planetas del sistema solar. Entre otros de estos desafíos existe uno en el que poderosos sectores del mundo científico y empresarial están invirtiendo grandes recursos. No se trata de la energía del punto cero, ni de la teleportación, ni de viajes a mayor velocidad de la luz. Ese gran reto tan lejano en apariencia, es sin embargo, uno que llevamos permanentemente muy cerca de nosotros: la mente humana.

El ámbito que estudia la emulación de nuestra mente está rodeado de una gran controversia, no sólo científica, sino también filosófica y política. La división no consiste en la clásica diferencia entre lo racional y lo místico, sino que dentro de la propia comunidad científica hay diferencias sustanciales de concepto. Estas provienen por un lado, de las distintas maneras de enfrentarse a lo que se llama como «singularidad tecnológica», lo que Asimov llamó el «complejo de Frankenstein» o el temor a que las máquinas nos sustituyan. Se podría establecer una clasificación de estas posturas de la siguiente manera: (a) los que piensan que la emulación y superación de nuestra mente en todos sus aspectos, no es más que cuestión de tiempo y desarrollo tecnológico. (b) Los que creen que nuestra consciencia no es posible emularse mediante una máquina, y que sólo un organismo biológico que ha pasado por un proceso evolutivo puede alcanzarla. (c) También están los que piensan que será necesario un descubrimiento importante a nivel cualitativo —que actualmente apenas se intuye— para tan solo comprender los mecanismos por los que actúa nuestra mente en su totalidad, mucho menos para emularla. (d) Y finalmente, los que piensan que aunque no sea en todos sus aspectos, la mente puede ser imitada en gran medida o en todo caso, lograr dispositivos autónomos lo suficientemente capaces como para considerarse equivalentes a los humanos.

En cuanto a la cultura popular y el resto de la sociedad, algunas personas —acostumbradas a estar en «la cima» de la cadena alimenticia— se sienten incómodas en cuanto contemplan la posibilidad de tener frente a sí a otro «ser» con similares o superiores capacidades. Temor análogo a la posibilidad de contactar con seres extraterrestres más avanzados intelectualmente o más desarrollados tecnológicamente. Esto se suma a la tendencia actual relacionada con el ciberpunk a pensar que el ser humano es sustituible, una máquina imperfecta que puede —y debe— ser superada. Y luego estamos los demás, que simplemente, sentimos verdadera fascinación por imaginar máquinas que puedan pensar, sean antropomórficos o si nos miran a través de una gran lente con tonos rojizos. El hecho de que la ciencia no tenga una explicación adecuada en sus propios términos para definir inteligencia o consciencia es lo que provoca que cada sector se incline a a favor de sus preferencias subjetivas, en función de las creencias, ideologías y en definitiva, de las distintas concepciones filosóficas que se tiene del mundo que nos rodea. 

Pensamiento, consciencia e inteligencia

Ciñéndonos exclusivamente al mundo científico y dejando a un lado en esta ocasión las respuestas basadas en explicaciones de origen místico, por simplificar, se podrían formar tres grandes grupos de científicos en función de sus ideas sobre el asunto —entre paréntesis se indica la relación con la clasificación anterior—:

El cerebro es una máquina —(a)—

Los defensores de la llamada Inteligencia Artificial «fuerte» —el resto es llamada «débil»—, postulan que el cerebro es una especie de ordenador enormemente complejo que puede ser emulado en su practica totalidad. El principal límite para alcanzar este logro sería necesitar del suficiente desarrollo tecnológico, a lo que responden con la llamada Ley de Moore y por extensión a la del crecimiento exponencial, por la cual se barajan unas fechas calculables donde mediante la tecnología se podrá superar incluso la capacidad del cerebro humano.

Este grupo se caracteriza por un gran positivismo científico, que por propia definición, tiende a ignorar todo aquello que no se puede medir. Aunque su especialidad no es la Inteligencia artificial, tal vez el científico más reconocible de esta tendencia epistemiológica es el famoso zoólogo de origen británico Richard Dawkins —prologuista de La máquina de los memes (2000), de Susan Blackmore—. Este y otros científicos y divulgadores dan forma al llamado nuevo ateísmo. Entre ellos se encuentran un tal Daniel Dennet —filósofo de la ciencia destacado en el campo de las ciencias cognitivas— y Steven Pinker —científico cognitivo y escritor—.

Sus ideas sobre nuestra mente consisten someramente en considerar que sea lo que sea ocurre dentro de nuestro cerebro, como elemento físico y circunscrito en un espacio limitado que es, ha de ser posible reproducirlo —en imitación a lo que la naturaleza ha logrado— mediante tecnología lo suficientemente avanzada —en la actualidad, técnicas computacionales llevadas al extremo—. Si bien este argumento parece aplastantemente cierto en su primera parte, tiene el problema de ignorar aspectos cuyos principios no son conocidos, y lo que se sabe de ellos arroja más dudas: conceptos como la consciencia —o la capacidad de una entidad de tener conocimiento sobre si misma y su relación con el entorno— , la intuición —o la capacidad de llegar a conclusiones útiles sin disponer de toda la información relevante—, o la capacidad de resolver problemas no computables —aquellos que ningún computador, por potente que sea, puede resolver—. A pesar de estos problemas, insisten en continuar con sus investigaciones basadas en la más pura ortodoxia científica tradicional, convencidos de que el aumento de la capacidad de procesamiento será suficiente para que aparezcan el resto.

Los «platónicos» —(b) y (c)—

Gracias a los estudios de Alan Turing y de Kurt Gödel principalmente, se conoce que hay procesos que no pueden ser emulados en ningún computador siguiendo los estándares de programación actuales. En función de este límite, otra buena parte de la comunidad científica está convencida de que nuestra mente se rige por unos principios desconocidos cuyo fundamento principal no tiene nada que ver con el de los actuales computadores basados en la Máquina de Turing. No descartan que algún día se cree algún dispositivo con capacidades de toma de decisión tan avanzadas que verdaderamente pueda coexistir con los humanos y realizar tareas que no requieran nuestra intervención. Pero en la actualidad, piensan que no se ha dado ni un solo paso en la dirección de lograr una inteligencia comparable a la humana. Asumen que inteligencia y consciencia son conceptos íntimamente relacionados, de forma que no pueden existir una sin la otra fuera de un soporte biológico. El conocido Test de Turing y experimentos mentales como la Habitación China (John Searle), sin ser concluyentes, parecen dar validez a estas suposiciones.

Lo más pintoresco de este colectivo de científicos sobre nuestra condición —con toda probabilidad, la causa principal de diferencia con el anterior— es que para ellos la intuición es un proceso que nos conecta con un plano dimensional distinto al físico, en donde residen todas las ideas en espera de que un cerebro «conecte» con ellas y las «descubra». El uso de este verbo no es arbitrario, ya que en algunos casos parece que en efecto —según este paradigma— determinados conceptos hayan estado «ahí», desde el principio de la eternidad, hasta que alguien ha dado con ellos.

Roger Penrose —también de origen británico— es el científico más conocido que muestra este parecer. En su libro La nueva mente del emperador (1991), explica cómo los fractáles aparentan «esconder» en su interior matemático estructuras complejas sorprendentes cuyas manifestaciones pueden encontrarse en la naturaleza. En su obra, argumenta que no son pocos los casos de científicos que han realizado sus descubrimientos de forma «repentina», sin realizar un proceso racional para llegar hasta ellos —por supuesto, la validación posterior fue a través del método científico—. La teoría de la mente que Penrose propone se basa en la mecánica cuántica, hoy por hoy la que parece ser la única alternativa para poder explicar el peculiar funcionamiento de nuestra mente. Si bien, para llegar a una solución satisfactoria es necesario alcanzar logros tales como desarrollar una Teoría del Todo, que haga compatibles la gravedad con la mecánica cuántica —de momento irreconciliables—. El problema de la teoría de Penrose es que es demasiado ambigua y abarca demasiado, siendo como matar moscas a cañonazos. En otra de sus obras —Lo grande, lo pequeño y la mente humana (1999)— el científico contesta a algunos argumentos de otros colegas —como Stephen Hawkins— y proporciona detalles más concretos de su teoría así como una prueba experimental para refutarla.

Isaac Asimov (d)

Tuvo que ser un escritor de ciencia-ficción el que señalara algunos conceptos que el mundo científico había pasado por alto, perdidos entre discusiones ideológicas y probablemente, mirándose en exceso el ombligo. Asimov era profesor de universidad, pero su prestigio —aún vigente— proviene principalmente de sus conocidas facetas de escritor y divulgador. Su interés personal no residía en la investigación científica sobre la inteligencia, aunque había escrito algunos artículos sobre los test de coeficiente intelectual.

En una ocasión le pidieron que diera una charla sobre el tema tras una cena conmemorativa, junto a otros científicos. Resulta que en aquella cena se reunían investigadores de primera talla como Marvin Minsky y Heinz Pagels, que por azares del destino se sentaron uno a cada lado del escritor de La Fundación. Minsky y Pagels continuaron ambos con una discusión que venía comenzada de una conferencia sobre computadores en la que también se encontraba John Searle. Resumidamente, Pagels era de la opinión de Searle, Penrose y compañía, mientras que Marvin Misnky defendía la postura típica de la inteligencia artificial fuerte de Dennet, Pinker y otros. Al comprobar el enorme empeño que ambos científicos ponían en sus posturas, Asimov percibió que se encontraba ante un asunto de una magnitud mayor de lo que había supuesto. Con cierta ansiedad —según relata Asimov en El Monstruo Subatómico— escuchó a ambos científicos en su acalorado debate —que discurrió literalmente «sobre su cabeza»— y con esos datos, improvisó una charla que al parecer dejó a todos con la boca abierta. El patilludo escritor argumentó que además de la inteligencia humana pueden haber otros tipos de inteligencias —naturales o artificiales—, las cuales resulta absurdo pretender identificar en base a cánones humanos —de alguna manera coincidente con lo que Stanislaw Lem suele reflejar en novelas como Solaris o Fiasco—.

En resumidas cuentas, lo importante no es imitar el funcionamiento de un dispositivo biológico como nuestro cerebro, fruto de millones de años de evolución que surgió al parecer como respuesta a la necesidad de desplazarse por la superficie. Un órgano que por una serie de factores azarosos y complicados, desarrolló posteriormente lo que conocemos como consciencia. La incomprendida serie de televisión Caprica (Moore y Eick, 2010) es de las pocas que refleja esta circunstancia: los primeros prototipos de cylones eran torpes en su interacción con el mundo físico, se tropezaban y no acertaban en sus objetivos. Al instalares un chip de última generación «meta-cognitivo» —en la serie, una nueva tecnología de computación—, lograban procesar la información necesaria para moverse por el entorno con efectividad, identificando con precisión objetivos, elaborando estrategias y ejecutándolas en la práctica. Tal vez sea posible lograr algún tipo de inteligencia no necesariamente como la humana, pero que pueda servir para su propósito. Tal y como Asimov argumenta, no es la primera vez que el ser humano crea dispositivos que no tienen igual en la naturaleza, pero son igualmente útiles a su modo, complementando lo existente. El principal ejemplo sería el invento de la rueda, cuya aplicación al transporte terrestre —entre otros— fue totalmente inédito.

Mente y Cosmos

En cualquier caso, el estudio científico de nuestra mente y de nuestra naturaleza, es un objetivo no menos interesante e igualmente válido que el de la inteligencia artificial —cuyas investigaciones pueden apoyarse mutuamente—. Sea cuál sea el camino, el resultado una vez se alcance cierto límite significará un antes y después en la historia humana —análogo al hallazgo de vida extraterrestre— cuyas consecuencias son imprevisibles. Siempre ha sido así en la ciencia. Siempre se ha tenido cierto temor o respeto a los resultados de los avances científicos. La diferencia es que ahora se tiene una idea conocida del producto resultante: un ser tan capaz como nosotros para hacer el bien, como el mal. Tal es así que hasta científicos de la talla de Stephen Hawkins han expresado su temor. Siendo como es nuestra mente el resultado de un proceso de varios millones de años, cincelado con las leyes de la termodinámica, la gravedad y la mecánica cuántica, tal vez no haya que buscar lejos las claves de la comprensión del Universo. Tal vez, tengamos primero que comprendernos a nosotros mismos.

Enlaces




Publicado posteriormente en El sitio de ciencia-ficción el 15 de abril de 2018
Publicado por Lino Moinelo el 6 dic 2014 0 comentarios [Más...]
  • Autor: Pablo García Naranjo
  • Género: Terror, Pulp, Blaxploitation.
  • Páginas: 198
  • Formato: 148 x 210 mm.
  • Portada: color laminado mate con solapas.
  • Encuadernación: rústica, fresada.
  • Fecha de publicación: noviembre 2014
  • ISBN: 978-849430613-6
SINOPSIS EDITORIAL:

La selva del Amazonas, 1969. Un búnker nazi, una aberración de la Naturaleza fuera de control. Miami, 1979. Cuando una nueva droga aparece en las calles de la ciudad, Hudson Cardozo, exboxeador y policía corrupto, descubre que la guerra de la coca y su lealtad a la reina del hampa no es lo peor que le puede pasar. Es la hora de cazar a una criatura desafiante al tiempo y a los horrores de los experimentos nazis. Sangre, garras y música disco; peleas ilegales y canibalismo. Una lucha a muerte que llevará al detective Hudson a aliarse con un grupo inesperado para salvar la ciudad de una amenaza letal.
¡Acción y vísceras! ¡Esvásticas, camisas hawaianas, combates ilegales, rayas de coca y mujeres fatales del calibre treinta y ocho! ¡Traición y muerte en la ciudad del vicio!
Laguna negra es el nº4 de la colección MONSTERS UNLEASHED


OPINIÓN:

Cuarta reseña de la colección Monsters Unleashed, de TyrannosaurusBooks que realizamos. Es decir, hemos leído y reseñado todos los libros aparecidos hasta la fecha en esta colección en que “pretende trasladar al papel la experiencia de estar viendo una película grindhouse a través de novelas pulp protagonizadas por monstruos clásicos alejados de su concepción original y situados en ambientes y desarrollos más propios del cine de explotación que de la literatura de terror”. Efectivamente, en todos los volúmenes anteriores nos hemos encontrados con monstruos, y personajes, clásicos de la literatura de terror, sacados de su ambiente, enfrentados a nuevos paisajes y personajes. En algunos se cumplen más unas premisas que otras, pero en todos prima la acción y la aventura, acompañados a veces por toques de steampunk, góticos, western, etc, a la vez que haciendo referencia a otros temas y lugares más o menos comunes de la literatura pulp (incluso del mundo del cómic). Y esta que nos ocupa, “Laguna Negra”, de Pablo García Naranjo, no iba a ser menos; en sus poco más de 190 páginas nos encontraremos al monstruo clásico (el monstruo de la Laguna Negra) en el Miami de finales de los 70, en plena guerra por el dominio de la distribución de drogas. Nos presenta el “origen” del monstruo, debido a los experimentos nazis en las selvas sudamericanas, nos narra su presencia en Miami, y nos introduce ambientes y personajes como Hudson Cardozo, policía corrupto que será introducido, casi a la fuerza, en la caza del monstruo.

Debido al escaso número de páginas (o tal vez porque no necesitaba más para contarnos lo que quería), el autor, la acción (y la violencia) no tarda en aparecer, no se demora en otros temas, sino que nos va presentando escenarios, personajes y situaciones que enseguida nos llevarán al tema central de la novela, la lucha del Monstruo por medrar en una ciudad como Miami, la lucha entre bandas de traficantes, y la persecución, por motivos personales, por parte de un rico alemán, nieto de uno de los responsables de la existencia del monstruo; dicho personajes no dudará en poner gran parte de su capital en perseguir los extraños seres que figuran en los archivos de su abuelo, contratando mercenarios, equipándoles con avanzada tecnología, comprando barcos para usarlos como base, etc. Y en medio de todo ello aparece Cardozo, policía corrupto, exboxeador, leal a la reina del hampa… atrapado en medio de todas esas tramas, sobreviviendo a duras penas a los ataques del monstruo, así como a las guerras de la droga, no tendrá más remedio que participar en la caza del monstruo.
Pablo García Naranjo utiliza, además de la violencia que el tema requiere, y que sabemos que va a estar presente, otras referencias al mundo del pulp, como por ejemplo a otras novelas de esta serie (uno de los personajes es descendiente del protagonista de otra de ellas), o al mundo de los superhéroes.


Una novela que va directo al grano, que desde el primer momento nos sumerge en la acción, utilizando algún flasback en contados momentos para resaltar el horror del que nos hace partícipes, y que rinde homenaje, en su brevedad, al cine de terror, las películas policíacas, el pulp, el cómic y las novelas de misterio.   

Ah, y la portada obra de Joe Day, rindiendo tributo a esas películas que estamos comentando durante toda la reseña
Publicado por JAVIER el 2 dic 2014 0 comentarios [Más...]