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Reboot DC: El sinsentido en busca de ventas, sin conseguirlo.

Por JAVIER a las 18:33 el 16 jun 2012 4 comentarios
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Por Gabriel Romero de Ávila.

Hace ahora un año DC Comics iniciaba un proyecto editorial nuevo que pretendía remodelar por completo su vasto universo de ficción y, según los responsables, hacerlo más accesible a los fans. Cuando yo era niño, el primer cómic DC que leí fue el Superman nº 1 de Ediciones Zinco, en el que el kryptoniano se enfrentaba al retorno desde el espacio de Chemo (entonces Quimik) montado en un meteorito, y a la aparición de nuevos pobladores diminutos en la Ciudad Embotellada de Kandor, o al menos en una reproducción fiel, porque la original ya había sido agrandada y situada en el planeta Rokyn. Y era un número 1. Es decir, historias que continuaban a otras de diez o veinte años antes y que mediante oportunas explicaciones y flashbacks entendías perfectamente. Dicho con otras palabras, los niños no son idiotas, no necesitan un nuevo comienzo cada dos por tres, que todos somos perfectamente capaces de subirnos al tren en marcha y, si de verdad está bien hecho y nos interesa, comprender lo anterior sin muchos problemas.

El reboot DC no está bien hecho, ése es el resumen. No es tanto que la idea básica no tenga sentido (que también), como el hecho de que no han sabido llevarlo a cabo, no les ha importado mucho, y al final ha salido un horror, como es lógico. DC Comics lleva años improvisando sus movimientos editoriales, mirando de tapadillo a Marvel para copiarles y con el otro ojo a los resultados de ventas, dejándose guiar sólo por esas dos razones. Si Marvel gana dinero con el cine, pues nosotros llevamos nuestras oficinas a Los Ángeles y sacamos “Green Lantern”, aunque sea atroz. Si las macrosagas venden, vamos a hacer una cada año, y remodelando todo el panorama, si puede ser. Si a los chavales les gusta la acción y las chicas semi–desnudas, nosotros les vamos a dar más que nadie.

No voy a opinar ahora de los sucesivos desastres argumentales de “Final Crisis”, “Infinite Crisis” o “Flashpoint”, que eso daría para mucho (y me ensañaría demasiado), pero sí diré que el reboot ni estaba justificado ni ha salido bien, y el problema que se encuentran ahora es el típico de las grandes decisiones editoriales fallidas: ¿cómo reculas sin que parezca que estás reculando?

Intentaremos dar algunas claves de por qué ha ocurrido esto, y después cómo salir del pozo, si es que aún hay forma.
  1. Clave número uno de un reboot: ¿Tiene un porqué?

    Una vieja frase americana dice que “si no está roto, no lo arregles”, y es una de las máximas que lleva aplicando el cómic de superhéroes desde hace setenta años. Superman se sigue basando en las premisas de Action Comics nº 1 de 1938, con un periodista apocado que en realidad es el último superviviente de un planeta moribundo, y que cuando los débiles están en peligro se cambia de ropa, se cuelga una capa y exhibe unos poderes increíbles con los que combate al mal. Ya está. Setenta años de éxitos e ingresos incalculables. El problema es que, claro, en setenta años pasan muchas cosas, y se va acumulando bastante basura que de vez en cuando hay que limpiar, como si fuera un trastero donde almacenamos todo aquello que no pretendemos usar nunca, pero que ocupa espacio. El kryptoniano pasó de pelear con nazis y saltar por encima de edificios a mover planetas y beberse mares enteros, a encontrar kryptonita en latas de tomate o viajar al pasado a tomar el té con pastas. Y eso, como es lógico, hay que limpiarlo. Marvel Comics es experta en la estrategia de “no hablo de ese tema y parece que no existe” (“no volvemos a contar que Reed Richards y Ben Grimm eran veteranos de la Guerra de Corea y ya está, sus aventuras son perfectamente válidas para cualquier época”), pero eso en DC no es tan fácil, tanto porque durante esas décadas Superman había ido acumulando un sinfín de poderes estúpidos que hay que quitarle para poder escribir algo decente, como porque lo de la kryptonita en la lata de tomate directamente es demasiado (además del hecho de que la JSA siempre estuvo indefectiblemente unida a los cuarenta, a la Segunda Guerra Mundial, a los nazis, y no había modo de separarlos). Así que en 1956 llegó una nueva versión del clásico superhéroe Flash, ahora un científico de la Policía de Central City llamado Barry Allen, y en 1986 llegó “Man of Steel”, con el llamado “Superman de John Byrne” que partía de cero (y que para muchos aún no ha sido superado en cuanto a complejidad del personaje y sus secundarios), y los reboots se hicieron costumbre. Empezamos de cero, contamos una nueva historia, eliminamos esa basura que lastra a la serie, y de paso nos ganamos (supuestamente) unos cuantos nuevos lectores. Bien, ése es el concepto, pero, ¿hacía falta justo ahora?
    No, la verdad. La DC pre–reboot estaba exhibiendo un nivel de calidad envidiable en diversas series, que si bien no contaban con la publicidad o las ventas deseables (si no las publicitas, ¿cómo esperas que se vendan?), sí obtenían resultados valiosos. “Zatanna” de Paul Dini, “Power Girl” de Amanda Conner, “Superman” de James Robinson y Geoff Johns, “Supergirl” de Sterling Gates, “World´s Finest” de Mark Waid y George Perez (luego dibujado por Jerry Ordway, y continuado magistralmente a los guiones por J. Michael Straczynski), el retorno de la Legión de Súper–Héroes original de la mano de Paul Levitz, “Batman” de Grant Morrison, “Green Lantern” de Geoff Johns, la vuelta al mundo de los vivos de Barry Allen, la “Liga de la Justicia” de James Robinson y Mark Bagley… Autores de primera línea haciendo cómics divertidos, inteligentes, novedosos a la vez que clásicos, dentro de un universo cohesionado y una continuidad creíble. Vale, habían dejado escapar a John Byrne, Alex Ross o Alan Davis, pero tampoco se puede tener todo, ¿no? Por tanto, en cuanto al aspecto puramente artístico vemos que no hacía falta. ¿Y en el terreno editorial? Bueno, eso es otra historia. Desde hace años, DC Comics se ha convertido en la productora con más intromisión editorial, mostrando todo tipo de tramas impuestas, finales cambiados y situaciones manipuladas al antojo de los altos cargos, generalmente con nula previsión a largo plazo y sin tampoco demasiado sentido. La etapa de James Robinson en “Justice League” es famosa por lo mucho que la directiva de la empresa intervino en los argumentos, retorciendo sus guiones hasta que llegó un momento en que se hundió sola. Y habría podido ser antológica. Pero es que Dan Didio y sus acólitos se siguen empeñando en dirigir personalmente todos y cada uno de sus cómics, empujándolos a una tonta dinámica de reboots tras reboots que desnaturalizan por completo a los personajes. “Identity Crisis”, “Infinite Crisis”, “Final Crisis”, “52”, “Blackest Night”, “Brightest Day”, “Flashpoint”… Historias sin sentido que nunca explican nada, dejando siempre el porqué de sus argumentos en una futura serie que pretenden que explicará todo, y cuando tampoco es así abocan a otra futura serie, y así hasta la eternidad. Unos pocos ejemplos: ¿Qué son las Entidades que pueblan la serie de “Green Lantern” y que representan las emociones, son más poderosas que los Guardianes, nacieron antes o después que ellos, qué lugar ocupan en el esquema de dioses del Universo DC? ¿Qué son exactamente los Anillos Negros y quién es Nekron, nació antes o después que los Guardianes, qué lugar ocupa en el Universo? ¿Qué es el Anillo Blanco y quién va a ser finalmente quien lo porte, por qué necesitaba cuatro avatares que representaran a los elementos? ¿Cuál es la relación exacta entre Zamaron, Thanagar, el Predador, y Hawkman y Hawkwoman, y de dónde sale cada uno? ¿Y qué pinta en toda esa historia el Anti–Monitor (villano recurrente que a Johns le encanta)? Como veis, muchas cuestiones en el aire y pocas respuestas, y las que se han dado suelen ser parciales, imprecisas, tontas o directamente superfluas, y casi siempre improvisadas a última hora. Y eso sí que es peligroso. Contaban que en los tiempos del Super–Squad de Mike Carlin (el numeroso equipo que se encargaba de las hasta cinco series simultáneas del Hombre de Acero), siempre celebraban una o dos reuniones anuales a las que eran invitados absolutamente todos (guionista, dibujante y entintador de cada una de las series), y juntos decidían el rumbo de las historias durante el siguiente año, dejándolas perfectamente planificadas. Fruto de esas reuniones fueron sagas tan excelentemente coordinadas como “La Muerte de Superman”, “Funeral por un amigo”, “El Reinado de los Superhombres”, “La caída de Metropolis” o “La muerte de Clark Kent”, en donde la acción se continuaba de un título al siguiente sin que apenas se notara (en este mismo sentido hay que reconocerle también el mérito a la más actual “Saga de Nuevo Krypton”, que aunó mes tras mes las series “Superman”, “Action Comics”, “World of New Krypton”, “Supergirl”, “Superboy”, “Last Stand of New Krypton” y finalmente “War of The Supermen”, en una historia común y magníficamente hilvanada, hasta su dramático desenlace). Reconozcámoslo, la única forma de que un universo de ficción tan complejo e histórico como ése funcione es con una precisa coordinación editorial, no imposición, ni manejo, ni manipulación de los artistas, pero sí diálogo e información fluidas. En su lugar, Didio ha popularizado las sagas cósmicas vacías, los argumentos estúpidos, los personajes planos y desvirtuados en su esencia, y en definitiva los comics irreconocibles. El reboot fue una imposición editorial pensada de un día para otro y para la que nadie estaba preparado, pero no les dejaron opinar. Es como si a mitad de una partida de parchís te cambian las reglas, y si quieres seguir jugando tienes que acatar las nuevas (o si no siempre te queda marcharte, como hizo Chris Robertson, y buscarte la vida en editoriales pequeñas).


  2. Clave número dos de un reboot: Prepárate para lo que viene.

    La mayoría de autores DC no tuvieron noticias de la intención de su directiva hasta que fue tarde, por lo que muchas colecciones fueron cerradas de modo abrupto, con sagas concluidas a toda prisa y personajes legendarios que no pudieron tener un final digno después de tantos años. Casi todas sus últimas historias no estaban a la altura de considerarse realmente “las últimas”, no digamos ya de clásicos imperecederos como “Whatever happened to the man of tomorrow?”, la gran obra maestra de Alan Moore y Curt Swan que trató al Superman de la Silver Age con tanto cariño, con tanto conocimiento y tantísimo respeto, que realmente es considerada por los fans como un digno colofón para las aventuras de su héroe. Y eso después de tantas décadas es decir mucho. Nada que ver con los comics pre–52, que resultaron tan nefastos y oscuros que lo mejor fue que se pasaran, aunque lo de después era todavía peor.


  3. Clave número tres de un reboot: ¿Qué cambiamos?

    Hay una cosa que se ha demostrado después de tantos experimentos: los reboots parciales no funcionan. O lo cambias todo, o terminarás cagándola. Eso ocurrió después de “Crisis en Tierras Infinitas”, cuando a los Nuevos Titanes no los tocaron, en principio, pero luego se dieron cuenta de que Nightwing ya no podía haber tomado su nombre de la identidad secreta de Superman en la Ciudad Embotellada de Kandor, porque ésta ya no existía, y Wonder Girl ya no podía ser la hermana adoptiva de Diana de Themyscira cuando ella no había hecho su aparición hasta unas semanas antes. Es decir, que si “New Teen Titans” no estaba afectada por el reboot pero “Superman” y “Wonder Woman” sí, el resultado no puede ser más que el caos. Igual que pasó con la Legión de Súper–Héroes, destrozada durante veinte años por la desaparición de Superboy, o la JSA que quedó sin rumbo en una Tierra común para todos, o la imposición en Tierra–1 de Blue Beetle, Capitán Marvel, los Luchadores por la Libertad… En este caso del que hablamos hoy la decisión no ha podido ser más estrambótica: “Green Lantern” y “Batman” continuarían donde estaban, más que nada por sus buenas ventas (¿os acordáis de ese ojo permanentemente fijo en la lista de ventas, como el Ojo de Sauron pendiente de su anillo perdido?), mientras que el resto empezaba de cero. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que las contradicciones son inevitables. Batman no puede ser el mismo si su pasado con la Liga ahora es otro, si Nightwing nunca perteneció a los Titanes, si no hubo una Crisis y Barry Allen jamás murió por salvar el Universo. Green Lantern tampoco seguirá imperturbable si su eterno amigo Green Arrow ahora es un estúpido niño rico, nunca viajaron por el corazón de América ni Speedy cayó en la droga, si él mismo no murió ni resucitó por la mano de su sucesor Kyle Rayner, ni vivió la mitad de sus aventuras antiguas o desde luego no pasaron igual. Vamos, un caos tremendo. Y aún no les llegó con eso, porque a la hora de plantearse qué cambiar en el resto de personajes, las elecciones fueron malísimas: un Superman cuyo mayor aporte era perder los calzoncillos rojos, optar por un “cuello mao” y volver a estar soltero (y no por acción de Mephisto); un Green Arrow basado en el de la serie “Smallville” sin darse cuenta de que lo grandioso del personaje de Oliver es su humor cáustico y sus ideales imperturbables, sabiendo que es de edad mayor que el resto de héroes y tratándolos con cierta suficiencia de veterano de muchas guerras; una Cosa del Pantano devuelta al Universo DC convencional y que querían desligar por completo de su etapa Vertigo, sin entender muy bien por qué pretendían eso, cuando el personaje nunca valió nada hasta que entró en esa dinámica, igual que Animal Man; unos Titanes borrados de continuidad y sustituidos por unos cuantos chicos con uniformes de los años 90 y ni una décima parte del carisma de aquéllos, mientras Cyborg entraba en la Liga de la Justicia (retroactivamente, como el recibo de la luz), Nightwing nunca había sido líder de nada, y Starfire se dedicaba únicamente a enseñar carne, sin más. Porque ésa habría de ser la tónica común en este esfuerzo editorial (recordemos, sólo editorial, no creativo): los uniformes, horrendos, sacados de las peores épocas del siglo pasado; los diálogos, mínimos y cogidos por los pelos; las situaciones, ridículas, sin ningún esfuerzo por trabajar los guiones; las mujeres, meros trozos de carne, jugando a ver hasta dónde pueden enseñar su anatomía sin levantar la furia de los padres indignados, y tan terriblemente inútiles que cabrea, sobre todo en personajes que habían llegado a ser tan complejos como Starfire, Catwoman, Canario Negro, Oráculo, Amanda Waller… Ahora todas reducidas a hacer bulto, a comparsas de los grandes machos de la editorial, que son los que salen en portada. Uno de los principales pecados de DC no ha sido querer empezar de cero, que también, sino el hecho de no tener ni idea de qué hacer con su Universo, ni importarles.


  4. Clave número cuatro de un reboot: ¿Cómo lo coordinamos?

    Ése es otro de los pecados, quizá el más grave. Si te embarcas en un proyecto tan increíblemente ambicioso como reescribir todo el Universo DC, no sólo tienes que haber escrito un mapa detallado de lo que hacer con los personajes, sino que te asegures de que cada autor de la compañía tiene el mismo mapa. No uno basado en el original, o parecido, o directamente uno propio, porque cuanto menos se parezcan sus mapas (y yo sigo pensando que nadie se ha molestado siquiera en planificar un largo recorrido, sino que van a golpes), más fácil es que existan contradicciones. Y en DC es que viven en perpetua contradicción. El Superman de “Action Comics” no se parece en nada al de “Superman”, ni al de “Supergirl”, ni al de “La Liga de la Justicia”… Por no parecerse, no se parecen ni en el traje, que Morrison se empeñó en ser más original y vestirlo con capa, vaquero y deportivas (sí, ya sé que parece estúpido, no pienso hacer comentarios, que comparado, lo del uniforme del Tío Sam es un lujazo). Y claro, así hasta los fans más tontos del mundo se dan cuenta de que el editor de una serie no se habla con el de la otra, y al súper–editor que manipula todo no le importa un carajo más que sentirse escuchado, no que lo que diga sea razonable. Y así va todo en DC, como un pollo sin cabeza que no encuentra su rumbo (y que no sabe que está muerto, en realidad).


  5. Clave número cinco de un reboot: ¿Cómo lo deshacemos?

    Y aquí llega el momento más crucial de todos: darse cuenta de que estás hundiendo a tu propia compañía y salvar los muebles que queden. Marvel hizo un movimiento audaz y, a la hora de montar “Heroes Return”, contrató a Kurt Busiek y George Perez en “Los Vengadores”, y a Alan Davis para “Los 4 Fantásticos”, y les fue muy bien, la verdad. DC para su reboot ha contratado a Dan Jurgens, Rob Liefeld y cuatro amigos más de los tiempos de Image (y se nota en los personajes con hombreras y posturas imposibles), y temo que ni ésos le quedarán para volverse atrás. El problema de un tema como éste es la pérdida de credibilidad en tus propios productos, de forma que ya no hay cómo recuperar a esos lectores desilusionados, la mayoría veteranos que estuvieron allí desde siempre, y a los que no les importa (no nos importa) irse a editoriales independientes que están haciendo un muy buen trabajo (IDW y Dynamite son espectaculares, y no esconden su intención de robar lectores a las grandes). Ahora DC ha anunciado sus planes de publicar “la tercera línea de cómics” (con algunas cancelaciones esperadas y otras que vienen a sustituirlas, con un destino que se augura parecido), y un llamado “Mes Cero” donde se expliquen los nuevos orígenes de sus principales superhéroes (un año después se han dado cuenta de que habrá que escribir esas cosas, no dejar que cada uno campe a sus anchas sin control ni argumento), mientras se anuncia en la lejanía un nuevo macroevento llamado “Trinity War”, que sin duda nos dejará con las mismas respuestas de siempre, que son ninguna, y la misma incoherencia narrativa y las mismas posturas bizarras (puños apretados, esternocleidomastoideos contraídos y muchos dientes, muchos dientes, que eso jode).


  6. Clave número seis de un reboot: ¿Cómo lo deshacemos?

    Es triste, de verdad, lo que está ocurriendo en DC, porque a nadie de los que trabaja allí le importa. Y ya no me meto en la vergüenza que es “Before Watchmen” (yo en mi próxima vida quiero ser Alan Moore, no cagarme en su memoria, igual en los Minutemen que en sus historias de Abin Sur y el Fantasma Desconocido), ni en las magníficas historias que se ven en la animación DC (“Green Lantern”, “Young Justice”… que dan tantísima envidia porque ves que es posible hacer cosas buenas con superhéroes), sino en lo que nos depara el futuro. Triste, muy triste, y muy desesperanzador.

Moore decía una vez, en sus tiempos en “La Cosa del Pantano”, que la gracia de los superhéroes es que su vida es de larga evolución, existen desde antes de nosotros y seguirán existiendo hasta mucho tiempo después que nos vayamos, tanto de los lectores como de los que cuenten sus aventuras, por lo que cualquier historia, por decisiva o crucial que nos parezca, es sólo un pequeño eslabón de una cadena larguísima. Habrá DC después de Didio, por mucho que él no lo crea, y vendrán tiempos mejores. Eso sí, les va a costar un montón reconstruirla. La duda es cuánta gente seguirá aquí para verlo. Yo me lo estoy planteando.

Publicado por J. J. Arnau suscribirse a los artículos de J. Javier Arnau: Hay dos momentos claves que marcan su vida; la visión de La Guerra de las Galaxias, y la lectura de El Señor de los Anillos. Bueno, y Galáctica, y Doctor Who, y Asimov, Clarke, Orson Scott Card, Lovecrafft, Poe, Robert Howard, y Star Trek, Espacio 1999, El Planeta de los Simios (la serie),… el rock duro y el heavy metal. De vez en cuando, para desintoxicarse, se mete unas dosis de novela histórica (imaginando un escenario fantástico…). En fin, que ha tenido una vida muy marcada. Y así ha acabado, claro, ¿qué se podía esperar? (Blogs: Por Si Acaso: Previniendo Desastres, Delirios Varios, Currículum Literario)

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Comentarios

4 comentarios en 'Reboot DC: El sinsentido en busca de ventas, sin conseguirlo.'

  1. Miguel eugenio Mora Perez
    http://planetasprohibidos.blogspot.com/2012/06/reboot-dc-el-sinsentido-en-busca-de.html?showComment=1342729736242#c1048132001621589009'> 19 de julio de 2012, 22:28  

    Muy interesante, en verdad que no se porque DC hace este tipo de reboots sin sentido. Quizas esta demasiado engullido en el corporativismo de Warner Brothers. yo no soy lector regular de DC, y algo sabia que habia sido un reboot con el lejano Crisis en las tierras infinitas y recientement supe algo de la crisis infinita pero superfluamente.

    Responder al final (con cita al autor)
  2. Responder a continuación
  3. Gabriel Romero de Ávila
    http://planetasprohibidos.blogspot.com/2012/06/reboot-dc-el-sinsentido-en-busca-de.html?showComment=1342867561542#c7687408962117910873'> 21 de julio de 2012, 12:46  

    @Miguel eugenio Mora Perez

    Gracias por el comentario, Miguel, me alegro que te gustara el artículo.

    Responder al final (con cita al autor)
  4. Responder a continuación
  5. Anónimo
    http://planetasprohibidos.blogspot.com/2012/06/reboot-dc-el-sinsentido-en-busca-de.html?showComment=1343897160637#c219148430453402883'> 2 de agosto de 2012, 10:46  

    Genial el artículo. Me lo he leído enterito y me ha encantado.
    Yo es que no entiendo como Didio puede seguir como editor de DC. No es el primer desastre que nos trae.
    Ya llueve sobre mojado, es más, este reboot es el chaparrón más gordo, y no creo que escampe hasta que este señor y su equipo se vayan.
    Aunque a saber si lo que viene no es peor. Pero lo veo difícil, la verdad.

    Responder al final (con cita al autor)
  6. Responder a continuación
  7. Wylli
    http://planetasprohibidos.blogspot.com/2012/06/reboot-dc-el-sinsentido-en-busca-de.html?showComment=1383703089388#c1892071498417648985'> 6 de noviembre de 2013, 2:58  

    Hola! Me encanto tu articulo aunque no estoy de acuerdo en algunos puntos.
    DC era inentendible, no se podia leer nada sin tener la wikipedia abierta para consultar datos. Ahora bien, de eso a "Necesitamos un Reboot" existe un tranco muy largo.
    Y hubo un par de croossover bastantes buenos. Y por sobre todas las cosas rescato muchisimo "Green Lantern Corps", lo mejor que mostro DC.
    Pero bueno, lo hecho hecho esta, asi que a esperar un futuro mejor...

    Responder al final (con cita al autor)
  8. Responder a continuación

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