LA CIENCIA FICCIÓN Y LOS COMICS DE MI TIERNA JUVENTUD 
 
Cuando me propusieron colaborar con un artículo en la revista me sentí tremendamente honrado, pero enseguida me asaltaron las dudas. ¿Cuál es mi relación con la ciencia ficción, la fantasía y el terror, más allá de ser un simple aficionado en cualquiera de sus manifestaciones (literatura, cine, comics o ilustración)? No soy ningún erudito ni me dedico a la creación en este campo. ¿Qué puedo aportar a otros aficionados?
Entonces se me ocurrió indagar en los orígenes de mi afición. Todos tenemos a lo largo de nuestra vida encuentros y desencuentros que nos van conduciendo por la vida, determinando los caminos que tomamos. Y los que suceden durante nuestra infancia y adolescencia tal vez sean los más importantes, los que más contribuyen a convertirnos en los adultos que acabamos siendo. ¡Cuánto uso de ello han hecho los amantes de las realidades alternativas!

Yo cumplía 15 años en 1985, en pleno ecuador de la década más recordada (y magnificada y mitificada) de la historia reciente de este país. No es raro, salíamos de un periodo de cultura dirigida, reprimida y muy gris. Había muchas ganas de romper con eso y probar todo lo que hasta entonces había estado prohibido. Se ha hablado muchísimo de aquello, aunque principalmente se ha hecho hincapié en la música y el cine, La Movida. Pero si hubo algo que influyó en mi formación como lector aficionado a los géneros, algo en lo que invertí más tiempo del que parecería sano o razonable, fueron los cómics. Y aquella fue una década especialmente fecunda, con muchas y variadas cabeceras asomando a los kioscos (¿alguien de menos de 25 años puede imaginarse hoy cómo es un kiosco lleno de portadas variadas con fabulosas ilustraciones de algunos de los mejores dibujantes de todos los tiempos? El edén), dedicadas a las temáticas más variopintas, desde infantiles hasta eróticas y adultas, pasando por el humor, el petardeo y la irreverencia y, cómo no, el terror, la fantasía y la ciencia ficción.
Evidentemente leí relatos de Isaac Asimov y vi las películas que había que ver durante aquellos años, pero fueron los comics los que más alimentaron mi curiosidad y me impulsaron a indagar en los entresijos y las diferentes vertientes del género. Así que me propongo echar la vista atrás y desempolvar aquellas obras que más me impactaron, o las que mejor recuerdo.

HISTORIAS DE LA TABERNA GALÁCTICA (Josep María Beà)

Mi primer contacto con estos relatos de Josep Mª Beà se produjo entre las manoseadas páginas de antiguos números de la revista 1984 que un amigo, mayor que el resto, nos iba pasando a los chavalines, como un maestro Jedi cultivando a sus jóvenes padawanes. La obra se publicó entre 1979 y 1981, aunque yo la debí conocer alrededor del 85 u 86. Y como supongo a la mayoría conocedor de este título, imaginará el efecto que causó en una tierna mente adolescente como era la mía entonces. Fue brutal. Mucho se ha usado el término “surrealista” para hablar de la obra de Beà, aunque yo entonces no tenía ni idea de lo que eso significaba. 
 
El autor parte de la idea de la cantina de Tatooine, un espacio donde confluyen criaturas de lo más variado, para reunir a un grupo de personajes que procurarán sorprender a los demás con sus historias. La fórmula, que nos evoca clásicos como El Decamerón, Los cuentos de Canterbury e, incluso, Las aventuras del Barón de Münchhausen, funciona tan bien como cabe esperar. Hay momentos en los que la idiosincrasia de los parroquianos y sus reacciones concitan más interés que la historia narrada. Sin excepción, todas despertarán el rechazo del resto de oyentes, bien por ininteligibles, bien por absurdas. La imaginería desplegada por el autor podría calificarse de apabullante y arrolladora. Las historias van desde meras anécdotas vestidas de ciencia ficción clásica hasta auténticos desvaríos absurdos y surreales.
Respecto al dibujo, ya he manifestado antes mi falta de erudición, por lo que no me siento legitimado para hacer una valoración crítica, pero me parece fascinante. Hace gala de una imaginación desbordante y un gusto exquisito por el detalle. Es capaz de plasmar sobre el papel prácticamente cualquier cosa que pase por su cabeza, por disparatado o complejo que sea. Y sin achantarse ante el reto.
En cualquier caso, una obra imprescindible para los amantes de la tradición oral, la fantasía y las artes. Ni qué decir tiene que tras este, devoré compulsivamente otros títulos de este autor, como La Esfera Cúbica, En un lugar de la mente o La Muralla.


CLARKE Y KUBRICK, ESPACIALISTAS LTD. (Alfonso Font)

Mi conocimiento de esta serie tuvo el mismo origen que la anterior, dentro de la tribu friki que fraguábamos sin ser muy conscientes de ello. Lo primero que me enganchó de ella fue su título. Quizá visto hoy suene un poco tonto, pero entonces me parecía tremendamente original llamar a los protagonistas como los creadores de 2001: Una Odisea del Espacio. ¡Y lo bien que me hacía sentir entonces pillar la referencia! (Entendedme, era un adolescente buscando su lugar en el mundo. Y como no me iban los deportes, opté por intentar ser algo más listo que los otros).
Cuenta las andanzas de un par de aventureros espaciales a lo largo y ancho del universo en misiones de lo más variado para todo tipo de empresas transplanetarias. Visto con la perspectiva del tiempo, no es descabellado equipararlos a otras parejas de la historieta cómica como Mortadelo y Filemón o Pepe Gotera y Otilio. Y tal vez por eso me atraparon. Por aquel entonces yo ya empezaba a renegar de los “tebeos para niños” y estos personajes me permitían sentirme mayor (el dibujo era el de los comics para adultos), con historias de ciencia ficción (naves espaciales, extraterrestres, lejanos planetas, etc.), pero con el mismo espíritu de aquéllos héroes infantiles. Y son comedia. Y yo adoro la comedia. Soy un yonqui de la comedia. El poder cómico de esta serie se sustenta principalmente en la contraposición de dos caracteres opuestos. Y en la capacidad de sus protagonistas para meterse en los líos más gordos sin pretenderlo. Simple, pero tremendamente efectivo.
También se permite colar el autor, ayudándose de la fina ironía y el humor que destilan sus personajes, un potente mensaje social sobre el mundo en el que vivimos. ¿Qué más se le puede pedir? Quien busque elaboradas distopías o anticipación tecnológica y humanística, tal vez deba buscar en otro lugar. Pero si lo que se quiere es disfrutar de un cómic divertido, extraordinariamente bien dibujado y cargado de tópicos de la ciencia ficción más mainstream, que no dude en perderse entre las páginas de estos dos Espacialistas.


BURTON Y CYB (José Ortiz y Antonio Segura)
 
Durante un tiempo, en mi memoria, esta serie tendía a confundirse con la anterior. Ambas son en color, cómicas y protagonizadas por una pareja de antagonistas. Aunque su aparición fue más tardía, a finales de los 80. Por entonces ya estaba yo más talludito y curtido y ya no me sorprendía tan fácilmente. Por otro lado, ya no valía el truco de apelar a mi parte infantil sin que me diera cuenta. En este caso, estos dos golfos cósmicos me cautivaron por la picaresca. Son dos pícaros de los de toda la vida, de los que tanto ha hecho gala nuestra idiosincrasia patria.

Seguimos así las andanzas de nuestros dos protagonistas, un cachas guaperas y encantador, y un cyborg malhumorado, cínico y violento. Son dos estafadores y timadores profesionales que pondrán en práctica los más elaborados e ingeniosos planes con el único y noble objetivo de separar a sus víctimas de su dinero o sus posesiones. En algunos casos lo lograrán, en otros les saldrá el tiro por la culata. En ciertas ocasiones, pocas, incluso sentirán remordimientos por lo que están haciendo. Pero siempre nos proporcionarán motivos para reír y pasar un rato muy divertido.
Como en el caso anterior, la imaginería de ciencia ficción sirve aquí con el propósito de adornar y vestir los relatos, justificando la inclusión de imaginativos personajes y escenarios exóticos.
En algún sitio he leído que es una obra menor de esta pareja. Supongo que tal juicio responde al snobismo de considerar siempre la comedia como un producto menor o poco importante. Allá cada cual con sus fobias. Desde luego, en mi memoria y en mi estantería tienen un lugar destacado.


LORNA Y SU ROBOT LASCIVO (Azpiri y Cidoncha)

En este caso la temática es cómica y erótica. Nuevamente, la ciencia ficción no es más que una excusa. Y no es difícil imaginar por qué forma parte de mi imaginario sentimental.
Descubierta durante esos intercambios de antiguas revistas, en este caso Cimoc de principios de los 80 (creo que llegó a ser mi revista favorita), ya podéis imaginar el impacto que estas historietas causaron en un adolescente en plena efervescencia. Páginas llenas de exuberantes mujeres ligeras de ropa y ansiosas de saciar sus apetitos carnales, un robot que recordaba a C3PO pero muy dotado y que servía a su pesar para saciar esos apetitos.
Aunque no tan recordado como Manara o Altuna, hay que reconocer que las mujeres dibujadas por Azpiri merecen un lugar de honor en el imaginario colectivo. Suelen ser estilizadas, de generosos pechos, fuertes y dominantes.
Reconozco que no profundicé demasiado en la serie. Sólo tengo el primero de los álbumes recopilatorios que editó Norma y leí prestado el segundo. Pero su lectura me dejó huella y quería recordarla.


LASZIVIA (Jan)

En esta ocasión no se produjo un encuentro, sino una búsqueda. Y muy activa. A mediados de los 80 yo ya estaba rendido a la obra más infantil de Jan (Pulgarcito y Superlópez). Nada sabía de su producción para adultos. Laszivia fue un encargo de Norma editorial para su cabecera Humor a Tope y empezó a publicarse en 1984. Con posterioridad leí ocasionalmente algún número de esta revista, pero sin acertar a coincidir con esta joyita (aunque me permitió conocer a mi adorado Édika, pero esa es otra historia). Más bien conocía de su existencia como una leyenda urbana. En 1986 se recopiló en álbum, pero aún así tarde un tiempo en poder dar con ella.
Cuando pude leerla, me encontré con un tebeo de ciencia ficción, humor y erotismo con el inconfundible estilo que yo tan bien conocía por entonces. Cuenta la historia de una expedición encargada de explorar el planeta Laszivia (un planeta con forma de mujer, desnuda, por supuesto) compuesto por regiones que se corresponden con los siete pecados capitales.
Soy un fan devoto de Jan, y cuando pude por fin hincarle el ojo a esta obra sentí como si cubriera una importante carencia. La obra es breve (apenas 50 páginas) pero imprescindible. Por cierto, apostaría algo a que el responsable de la caracterización de Zapp Brannigan en Futurama leyó esta obra en algún momento de su vida. Ahí lo dejo, para la polémica y el debate.


Al repasar estos títulos me doy cuenta de que todos comparten una característica, prácticamente desaparecida de las publicaciones actuales: Su carácter episódico. Todas son recopilaciones de historias cortas y autoconclusivas. Un vestigio del momento que vivían las editoriales entonces, con gran cantidad de cabeceras periódicas que había que nutrir con regularidad.
Desde luego, hubo más series y géneros, más autores, personajes y títulos. Pero he tenido que aplicar un criterio selectivo para encarar esta primera colaboración. Y este no ha tenido nada que ver con la calidad o la relevancia histórica, sino que ha sido puramente sentimental y local, por eso de acotar un poco.
Que nadie busque ninguna pretensión de ilustración ni ánimo de exhaustividad por mi parte. Simplemente me ha movido el placer de recordar a viejos amigos. Si en el camino he logrado alguna sonrisa cómplice, sacar del olvido para alguien algún título o despertar la curiosidad de algún lector, me doy por satisfecho. 

Juanjo Grau Alonso 


Publicado por J. J. Arnau suscribirse a los artículos de J. Javier Arnau: Hay dos momentos claves que marcan su vida; la visión de La Guerra de las Galaxias, y la lectura de El Señor de los Anillos. Bueno, y Galáctica, y Doctor Who, y Asimov, Clarke, Orson Scott Card, Lovecrafft, Poe, Robert Howard, y Star Trek, Espacio 1999, El Planeta de los Simios (la serie),… el rock duro y el heavy metal. De vez en cuando, para desintoxicarse, se mete unas dosis de novela histórica (imaginando un escenario fantástico…). En fin, que ha tenido una vida muy marcada. Y así ha acabado, claro, ¿qué se podía esperar? (Blogs: Por Si Acaso: Previniendo Desastres, Delirios Varios, Currículum Literario)

Comentarios

1 comentario en 'LA CIENCIA FICCIÓN Y LOS COMICS DE MI TIERNA JUVENTUD (Juanjo Grau Alonso)'

  1. JAVIER
    https://planetasprohibidos.blogspot.com/2013/05/la-ciencia-ficcion-y-los-comics-de-mi.html?showComment=1368985600568&m=0#c9135847421966679279'> 19 de mayo de 2013, 19:46  

    Como sabes, Juanjo, yo siempre he sido lector de superhéroes. Pero desde la época en que era casi imposible encontrarlos en los kioskos de nuestros barrios. De la época Vértice tomo, Vértice revista, Bruguera, Novaro, Forum, Zinco, etc.
    Ocasionalmente leía Metal Hurtlant (¿o la españloa era heavy Metal?, Cimoc, Zona 84, Rambla, Totem, así como Makoki, Víbora, etc. Pero muy ocasionalmente, por lo que a veces pienso que por mi afición a los superhéroes me he perdido la parte gráfica de mi gran afición, la ciencia ficción.

    Responder al final (con cita al autor)
  2. Responder a continuación

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