En primer lugar, debo decir que valoro enormemente el afrontar la escritura de una novela, y más el que llegue a ser finalista de un premio tan prestigioso como el Minotauro. Y eso, con la primera novela del autor.
Dicho esto, paso a la reseña propiamente dicha:
El tema en sí mismo no es excesivamente original; en varias obras tanto de ciencia ficción como de cómic podemos encontrar el argumento de un superordenador que o bien adquiere consciencia, o le es transferida la de un humano, incrementándose así exponencialmente la capacidad del ordenador. Aquí al menos, Edgar Martin ha rodeado esa trama con una serie de personajes y elementos que le confieren interés al tema tratado. Es decir, al argumento del ordenador con mentalidad “propia” le ha añadido unos personajes con sus propias vivencias, sus propios intereses y, en algunos casos, con toda una historia detrás, lo que le da mayor peso a la novela. Además, los escenarios que nos presenta tienen interés en si mismos, integrándose como parte fundamental de la novela.
Sin embargo, debo señalar algunas cosas que, supongo que por ser primera novela, no acaban de cuajar. En primer lugar citaría la abrumadora cantidad de notas a pie de página, cantidad que se me antoja excesiva en relación al número de páginas de la novela.
Otra cosa que yo personalmente puliría es el excesivo uso de términos, nombres y lugares utilizados en este libro. Como ejemplo, cogiendo las páginas finales: “detenido el planeta en un hipnótica nictinastia…”, “descabezando nodo a nodo su colosal botnet de ordenadores infectados…”; “contestó Rappaport con un tono de afectación prosopopéyica en la voz”, etc. Además, evidentemente, de múltiples términos relacionados con el mundo de la informática. Por otro lado, nos presenta en las primeras líneas a uno de los protagonistas, Casian Lexxer, con una interesante enfermedad, que dará lugar al desarrollo de la trama de la novela; (aquí viene una especie de spoiler, podéis dejar de leer si queréis hasta el siguiente aviso) pues bien esa enfermedad, muy rara, y bastante bien descrita, que creemos en un principio va a ser determinante, en su rareza, en el argumento, no deja de ser una enfermedad mortal más, como podría ser cualquier otra, con lo que la utilidad de toda esa descripción (y posteriores) se queda “en aguas de borrajas” –cuando un personaje, o elemento, es sustituible por otro sin que se note la diferencia, es que era poco importante-
(fin del spoiler, podéis seguir leyendo).
(fin del spoiler, podéis seguir leyendo).
De todas maneras, como he dicho al principio valoro mucho que ésta sea una primera novela del autor, con la que ya consiguiese colarse entre los finalistas del Minotauro 2012.
Tened en cuenta que todo esto es subjetivo, e igual a otros lectores no les parece mal la cantidad existente de notas a pie de página, ni esos términos que a veces hay que pararse a buscar en el diccionario. Obviando esto, la lectura es amena, y reitero que alrededor de un tema no excesivamente original, el autor ha sabido crear unos personajes con su propia historia, que aumentan el interés de la novela, unos escenarios que se integran perfectamente en la trama, y unas tramas secundarias que hacen de esta novela una lectura que nos atreveríamos a catalogar como, al menos, recomendable.
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