Nuestras miserias, allá donde vayamos.
Ray Bradbury pertenece, tal y como es ampliamente considerado, a la vertiente más poética de la Ciencia-Ficción literaria. Algo por lo que fue y sigue siendo absurdamente criticado por algunos sectores, tan sólo por el hecho de buscar la belleza en su prosa y utilizar la ciencia apenas como vehículo de su ficción. Contrariamente a los estilos de otros autores del género, al autor no le interesa si en Marte el cielo no es azul o si el aire no es respirable, si la telepatía puede o no puede ser posible, o si el Sol sale del Este para ponerse en el Oeste. “Yo no proporciono verbiarios a los matemáticos y a los físicos”, se defiende el escritor. Nunca necesitó dar importancia o verosimilitud a los elementos científicos de sus relatos, porque lo que más importa en ellos es el mensaje y la reflexión, casi siempre con las elevadas cotas de misantropía que caracterizan al autor.
Este profundo sentimiento de soledad inunda prácticamente todas las páginas de Crónicas Marcianas. La mayoría de sus diferentes capítulos, comenzando por esa breve preciosidad titulada “El Verano del Cohete”, conforman historias independientes las unas de las otras que no persiguen ninguna continuidad más allá de la cronológica. El racismo, la ambición, las travesuras de los niños, los sueños y esperanzas, el colonialismo, el arte, el amor por los seres queridos o el inherente instinto bélico de los humanos son conceptos que Bradbury desarrolla a lo largo de todos ellos, sazonándolos con una finísima ironía.
Con algunas historia conseguimos reímos ante lo absurdo de algunas situaciones (“Los viejos”, “Los pueblos silenciosos”; incluyendo, por cierto, en el capítulo titulado “Usher II” un loquísimo homenaje en clave de sátira a nada menos que Edgar Allan Poe, fundamentado además en una sub-trama que será la que posteriormente le hará gestar Fahrenheit 451). Con otras muchas historias nos entristecemos ante la intensa sensación de soledad que desprenden (“Ylla”, “El marciano”, “Los largos años”), y con otras nos asustamos cuando reflexionamos sobre nuestro inherente carácter destructor , que conforma el principal punto de denuncia de este libro (“Aunque siga brillando la luna”, “Un camino a través del aire”). Se trata en definitiva de un genial compendio de capítulos muy variados que convergen hacia un final amargo, reflejo de las ansiedades vividas por la sociedad norteamericana durante aquellos tiempos de la Guerra Fría en que el libro fue escrito, y un epílogo precioso que finalmente supone un esperanzador reinicio (¿hasta qué punto optimista o pesimista?) del ciclo de nuestra historia.
Leyendo las poéticas páginas de Crónicas Marcianas, nos damos cuenta de que, en el fondo, el mundo que nos describe Bradbury no es el Planeta Rojo, sino una extrapolación de nuestro propio mundo construida con el motivo de plantear y denunciar nuestras miserias. Allá donde vayamos, sea el Nuevo Continente, Marte o el rincón más alejado del Universo, los humanos seremos siempre los mismos seres llenos de soledad y de maldad, y siempre condenados a tropezar con la misma piedra hasta la eternidad. “La historia nunca perdonará a Cortés”, afirma un personaje en uno de los relatos más importantes de este libro.
En resumen, una auténtica joya literaria que que recomiendo a cualquier tipo de lectores, incluidos quienes nunca han leído nada de Ciencia-Ficción.
De este modo, en Crónicas Marcianas, Bradbury nos narró con gran aliento poético la progresiva colonización del Planeta Rojo por la humanidad, utilizando dicho suceso como una metáfora para reflejar los males de nuestra sociedad y de los tiempos en que vivimos, rezumando al mismo tiempo una gran melancolía.
Ray Bradbury, nacido en 1920 y graduado en la escuela de secundaria Los Angeles High School en 1938, comenzó sus inquietudes literarias a la edad de 11 años. Desde su graduación hasta 1942, alternó su trabajo de vendedor de periódicos con su creación de relatos, consiguiendo publicar el primero en 1938 y los siguientes a través de diversas revistas como Futuria Fantasia, de su propia creación (y muchas veces con diferentes pseudónimos para "hacer más bulto"; qué listo el muy capullín). Finalmente, tras una etapa de cinco años en los que fue ascendiendo poco a poco con sacrificio y dedicación, 1943 fue el año en que se convirtió en escritor profesional gracias a la selección de The Big Black And White Game como el mejor relato del año en un concurso. A partir de ahí, acabaría consiguiendo la celebridad gracias a novelas o recopilaciones de relatos tan dispares como El Hombre Ilustrado (1951), El Vino del Estío (1957), y por encima de todas ellas su creación más célebre: Fahrenheit 451 (1953); obras que, como vemos, fueron gestadas durante aquellos años tan celebremente tumultuosos y que al mismo tiempo fueron tan fértiles en términos literarios para el género.
Es también autor de numerosos ensayos y poemas (uno de ellos, Christus Apollo, fue convertido en una cantata por el gran compositor de bandas sonoras Jerry Goldsmith con la London Symphony Orchestra), guiones de televisión para las series Alfred Hitchcock Presenta y la excelente The Twilight Zone, y adaptó a Herman Melville al cine en el Moby Dick de John Huston. Hace unos años le fue entregada la Medalla Nacional de las Artes y las Ciencias, y por culpa de un infarto ocurrido en 1999, Bradbury lleva una vida obligatoriamente más reposada en silla de ruedas, pero con la ayuda de una de sus hijas, su actividad literaria todavía sigue en "On".
Aunque esta ha sido mi primera lectura de Crónicas Marcianas, mi primer contacto tanto con esta obra como con el autor, muchos años atrás, se debió a la lectura obligada en el instituto de Antología del Cuento Literario, una genial compilación de relatos cortos de autores españoles y extranjeros de diferentes géneros, tipos y épocas. Como todos concordaréis, la primera reacción cuando somos obligados a leer un libro, y aún por encima en el instituto, es la de rechazarlo interiormente al tiempo que mentamos a la madre o incluso a la calavera del profesor de turno; y que por mucho de que se trate del mejor libro de la Galaxia o el mejor que leamos en nuestras vidas, bajo esas condiciones es muy complicado que algo llegue a gustar. A pesar de esto, curiosamente, esta recopilación fue de los pocos libros de lectura obligada que logré disfrutar en aquella época, hasta el punto que ha acabado marcándome. Gracias a ella descubrí a Poe, Conan Doyle... y entre muchos más, a Ray Bradbury con su relato “Los largos años”, uno de los últimos capítulos de Crónicas Marcianas. Ese fue uno de los textos que por aquel entonces más me gustaron de toda la Antología del Cuento Literario, y lo que más me sorprendió fue la gran melancolía que emanaba de la historia, equivalente a los desérticos horizontes de colinas y torres en ruinas de un Marte totalmente abandonado...
Este profundo sentimiento de soledad inunda prácticamente todas las páginas de Crónicas Marcianas. La mayoría de sus diferentes capítulos, comenzando por esa breve preciosidad titulada “El Verano del Cohete”, conforman historias independientes las unas de las otras que no persiguen ninguna continuidad más allá de la cronológica. El racismo, la ambición, las travesuras de los niños, los sueños y esperanzas, el colonialismo, el arte, el amor por los seres queridos o el inherente instinto bélico de los humanos son conceptos que Bradbury desarrolla a lo largo de todos ellos, sazonándolos con una finísima ironía.
“Y cuando todo estuvo perfectamente catalogado, cuando se eliminó la enfermedad y la incertidumbre, y se inauguraron las ciudades y se suprimió la soledad, los sofisticados llegaron de la Tierra.”
Con algunas historia conseguimos reímos ante lo absurdo de algunas situaciones (“Los viejos”, “Los pueblos silenciosos”; incluyendo, por cierto, en el capítulo titulado “Usher II” un loquísimo homenaje en clave de sátira a nada menos que Edgar Allan Poe, fundamentado además en una sub-trama que será la que posteriormente le hará gestar Fahrenheit 451). Con otras muchas historias nos entristecemos ante la intensa sensación de soledad que desprenden (“Ylla”, “El marciano”, “Los largos años”), y con otras nos asustamos cuando reflexionamos sobre nuestro inherente carácter destructor , que conforma el principal punto de denuncia de este libro (“Aunque siga brillando la luna”, “Un camino a través del aire”). Se trata en definitiva de un genial compendio de capítulos muy variados que convergen hacia un final amargo, reflejo de las ansiedades vividas por la sociedad norteamericana durante aquellos tiempos de la Guerra Fría en que el libro fue escrito, y un epílogo precioso que finalmente supone un esperanzador reinicio (¿hasta qué punto optimista o pesimista?) del ciclo de nuestra historia.
Leyendo las poéticas páginas de Crónicas Marcianas, nos damos cuenta de que, en el fondo, el mundo que nos describe Bradbury no es el Planeta Rojo, sino una extrapolación de nuestro propio mundo construida con el motivo de plantear y denunciar nuestras miserias. Allá donde vayamos, sea el Nuevo Continente, Marte o el rincón más alejado del Universo, los humanos seremos siempre los mismos seres llenos de soledad y de maldad, y siempre condenados a tropezar con la misma piedra hasta la eternidad. “La historia nunca perdonará a Cortés”, afirma un personaje en uno de los relatos más importantes de este libro.
“Por mucho que nos acerquemos a Marte, jamás lo alcanzaremos. Y nos pondremos furiosos, ¿y sabe usted qué haremos entonces? Lo destrozaremos, le arrancaremos la piel y lo transformaremos a nuestra imagen y semejanza.”
En resumen, una auténtica joya literaria que que recomiendo a cualquier tipo de lectores, incluidos quienes nunca han leído nada de Ciencia-Ficción.
[Reseña originalmente publicada en el blog PELICULEROS, el día 10 de Julio de 2008].
https://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/cronicas-marcianas-martian-chronicles.html?showComment=1295979223070#c7244088311785351816'> 25 de enero de 2011, 19:13
Visto desde la perspectiva que indicas, los errores científicos sobre Marte pasan a segundo plano siendo esta una obra de ciencia ficción que especula sobre el ser humano en si mismo, no sobre la colonizacion de otro planeta. Sabiendo esto comprendo mejor la intención del autor y creo que puedo valorar mejor su trabajo.
https://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/cronicas-marcianas-martian-chronicles.html?showComment=1296195880258#c5781771173522384536'> 28 de enero de 2011, 7:24
Es un libro entrañable, para leer muy despacio, con pausa entre historias. Disfruté muchísimo leyéndolo. Muchas veces me han dado ganas de volver a él, pero hay tanto que leer...
https://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/cronicas-marcianas-martian-chronicles.html?showComment=1296209792335#c2808403191630289948'> 28 de enero de 2011, 11:16
Lino, es que incluso yo diría más: desde el plano literario en que se escribe este tipo de libros, los "errores científicos" no es que pasen a un segundo plano, es que NI SIQUIERA son errores ni fallos, de tan irrelevantes que son.
Jorge, yo tengo segurísimo que regresaré al Marte de Bradbury, porque además hace meses leí el indispensable "El hombre ilustrado", y contiene relatos que podrían perfectante haber estado contenidos en la recopilación de "Crónicas Marcianas", y que me dejaron con ganas. Si no lo has leído, por cierto, te lo recomiendo "efervescentemente", llega a ser casi tan emocionante como "Crónicas".
https://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/cronicas-marcianas-martian-chronicles.html?showComment=1299618183990#c7049612430432873492'> 8 de marzo de 2011, 22:03
Simplemente BUENISIMO
https://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/cronicas-marcianas-martian-chronicles.html?showComment=1314203984301#c3688196979104632398'> 24 de agosto de 2011, 18:39
Quien no conozca a Bradbury, simplemente no se puede llamar fan de la Ciencia-Ficción, es un buen artículo, se va a llevar una adaptación de la
Princesa de Marte, o sea, el film se titula "John Carter" 2012.
R. M.