No seas remolón. Si te apetece ver esta peli
en el cine, date prisa porque no aguantará mucho. Y no es que se trate de una
cinta peor que otras que están en cartel, sino que está catalogada como
“ciencia-ficción humorística”, y no estoy muy seguro de que vaya a atraer a
mucha gente. Pero cuidado, se trata de una idea relativamente original
–recuerdo un cómic de los 50 del genial Will Eisner que contaba una historia
parecida-, e independiente. Detrás de todo esto está la gente que filmó Star Wreck:
In The Pirkinning (2005), una parodia muy currada de Star Trek y Babylon 5.
Esta vez los chicos finlandeses, asociados a
alemanes y australianos –qué cóctel- han hecho una parodia política. La
presidenta de EEUU en el 2018 quiere conseguir la relección con un golpe
propagandístico de efecto: enviar a un negro a la Luna (Black to the Moon), con
el eslogan “Yes, she can”. La referencia a Obama es evidente. La expedición
publicitaria a la Luna aluniza en la cara oculta y se encuentra por sorpresa una base nazi. Matan al astronauta fotógrafo y
al otro, al negro, se lo llevan a la base. Descubrimos entonces que llevan ahí desde 1945. Han reproducido el sistema dictatorial y militarizado, el 4º Reich, con un nuevo Führer que planea volver a la Tierra.
Pero hete aquí que un tal Klaus Adler, un nazi ambicioso que quiere
ser el Führer, ha pensado conquistar la Tierra y, claro, va a Nueva York con su
novia maciza y el astronauta negro al que han convertido en albino. Contactan con la presidenta a través de su
jefa de campaña, y la convencen para que incorpore la fuerza propagandística
nazi, su estilo y discurso, para ganar las elecciones.
Después de unas cuantas peripecias, la invasión nazi se produce por una flota de
dirigibles, en una campaña que llaman Meteorbliztkrieg. ¿Cómo reacciona la presidenta de EEUU? Nada que ver con el Jack Nicholson de Mars Attack (1996) o el santurrón Bill Pullman de Independence Day (1996): la tía se alegra porque dice que ningún presidente en guerra ha perdido las elecciones. Se produce entonces la batalla estelar, muy bien construida, la verdad, en la que los satélites terrestres de cada nación son en
realidad naves de combate que reaccionan frente al invasor.
Tras la lógica victoria sobre armas que tienen más de 60 años, atacan la base
lunar nazi con armas nucleares y se cargan a casi todo el mundo: mujeres,
niños y animales de compañía. Sin embargo, los nazis han construido un arma a la que llaman Gotterdammerung... bueno, el final, es… rocambolesco: los países
entran en guerra para quedarse con el Helio 3 que hay en la Luna.
Iron Sky recoge algunas de las obsesiones
conspiranoicas, como el lado oscuro de la Luna -aunque con un estilo diferente a Apollo 18 (2011)- o que los ovnis eran máquinas
nazis. Salvo la crítica política, bastante sencilla, la película no tiene nada
sobresaliente: las interpretaciones son correctas, el ritmo es el adecuado,
como el metraje, entretiene sin entusiasmar, los decorados y las naves están
bien construidas. En fin; con un Martini rosso se pasa un rato agradable.
Uno de
los productores ha anunciado que habrá una precuela y una secuela, pero a no
ser que consigan otro método de financiación, repetir el éxito de donaciones se
antoja complicado. Porque la peli ha tenido productoras pero también está en el
rollo del "participatory cinema".
PUBLICADO en el BLOG Los ojos del marciano.
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