Buena parte del cine de ciencia-ficción de los años 50, aquel maravilloso cine de serie B, se hizo para adolescentes, como las revistas pulp en la que publicaban los ahora gigantes de la literatura, como Asimov, Bradbury o Heinlein. Salieron entonces auténticas joyas, como La cosa de otro mundo (1951) o La invasión de los ladrones de cuerpos (1955). En los sesenta el cine de ciencia-ficción contó con títulos notables, para mi gusto, El tiempo en sus manos (1960), El último hombre vivo sobre la Tierra (1964, de Roger Corman, protagonizada por Vicent Price y basada en Soy leyenda, de Richard Matheson, y sobre todo, y por encima de todo, 2001. Odisea en el espacio (1968); pero ya estamos hablando de un cine para adulto. Luego el cine adolescente degeneró, y salvo alguna obra de arte (que sólo nos parece así a los frikis del cine la ciencia ficción), no hubo gran cosa hasta La guerra de las galaxias (1977), que aunque fastidie a mucho detractor, dio un empujón al género que aún dura.
¿Por qué hay que verla? Porque no tengamos nada más interesante que hacer.
Publicado en Los Ojos del Marciano
Esta película, La hora más oscura, está destinada al público adolescente, o friki. El argumento es muy simple; está a la altura (muy baja) de alguna de las últimas producciones norteamericanas, como Skyline (2010). Producida por un ruso, la acción transcurre en Moscú. Un par de jóvenes empresarios van a dicha ciudad para montar una empresa, con una idea sobre una red social para juerguistas, pero el empresario ruso les roba el proyecto. Para ahogar las penas, los tíos salen por la noche, beben entre lamentos, y conocen a otras dos estadounidenses.
Ligan, se miran, pero de repente se va toda la electricidad, y parece que hay una lluvia de estrellas. Pero, ah, muchacho, no lo son; en realidad son invasores alienígenas con forma de bola de energía –no sólo es original, sino que se ahorra mucho en efectos especiales-. Los chicos huyen por la disco y se refugian en la despensa –además de vodka, las discos rusas tienen despensa con papeo-, por lo que pueden sobrevivir una semana.
Los chicos no se pueden estar quietos porque están cansados de chupar guisantes congelados y de mear en un bote industrial de Nocilla, por lo que deciden ir a la embajada de EEUU –ni que los aliens fueran islamistas-. Los atribulados jóvenes descubren en la calle que los invasores están haciendo un exterminio de la raza humana. Detectan a los hombres por su impulso eléctrico. La tensión sólo puede aumentar con un dato: la globalidad del desastre, de manera que entran en un edificio para encontrar que el fenómeno ha sido global y que sólo quedan unos pocos supervivientes en cada ciudad europea.
En las películas de y para adolescentes, los actores huyen –véase las de género zómbico-, corren que se las pela. (Nota mental: Para sobrevivir a una invasión alien o una repentina conversión zombi del vecindario, hay que estar en forma y llevar siempre zapatillas deportivas). Así nuestros chicos llegan a la casa de un electricista que ha convertido su morada en una jaula Faraday, lo que mantiene alejados a los aliens de Iberdrola. Además, el chispas ha construido una pistola de microondas para acabar con los invasores. Bueeeeno.
Como no hay tele, los chicos oyen un mensaje de un submarino ruso que dice que va a salir de Moscú a las 6 de la mañana. Lógicamente hay que pillarlo. En su paso por la ciudad encuentran a unos guerrilleros muy apañados, lo que no impide que vayan muriendo uno tras otro. Llegan al submarino y construyen el arma microondas, entonces salen cuatro con las pistolas en plan Cazafantasmas. Y se empiezan a cargar aliens hasta que un ruso dice: “Hoy es el fin del exterminio, y el comienzo de la guerra”. Aquí es cuando tiene un aire a Falling Skies.
La actriz más conocida es la australiana Rachael Taylor, de la serie cinematográfica de Transformers, que salvo su naricilla a lo embrujada poca cosa nos ofrece. The Darkest Hour está dirigida por Chris Gorak y producida por Timur Bekmambetov, que produjo la peli 9, junto a Tim Burton, y que quiso darle una perspectiva rusa a la cinta sobre una invasión alien. Los pocos efectos especiales están currados –tiene cierto aire a La guerra de los mundos (2005), Monstruoso (Cloverfield, 2008) y Invasión a la Tierra (Batlle: Los Ángeles, 2011)-. El ritmo es bueno. No hay tiempo para tonterías o escenas que nos expliquen las relaciones sentimentales o familiares entre ellos, para que empaticemos con los personajes. La BSO no está mal, es de Tyler Bates, autor de la música de Halloween, Dawn of the dead, 300, Watchmen o Conan, el bárbaro (el remake)-.
Publicado en Los Ojos del Marciano
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2012/08/aliens-en-moscu-la-hora-mas-oscura.html?showComment=1344989008066#c8523893533792163962'> 15 de agosto de 2012, 2:03
Bastante mala la película. Desde luego, si tienes algo más interesante que hacer te la puedes ahorrar...