Ciencia y Superhéroes, de Paula Bombara y Andrés Valenzuela |
«la verdadera ciencia-ficción tiene un valor fundamental que la hace diferente a cualquier otro género: necesita material que provenga de la ciencia»
—Liu Cixin, escritor de ciencia-ficción
No se pueden intercambiar los superhéroes por cualquiera de los anteriores héroes mitológicos. La presencia de la ciencia-ficción, aunque sea de forma anecdótica, estrafalaria, o fantasiosa, es un elemento que no puede ser encontrado en épocas anteriores. La radiación gamma no convierte a las personas en Hulk, ni el cambio de un sol rojo a otro amarillo convierte a los kriptonianos en Superman, ni la picadura de una araña radiactiva nos transforma en Spider-Man. No podemos tener super-olfato como si nuestra nariz fuera un detector de CO. Pero esto es lo de menos.
Los cómics —a su vez, un medio de difusión también característico de la época actual— fueron el medio en el cuál surgió este subgénero, satisfaciendo la necesidad explicada de crear héroes. Lo importante era crear nuevos mitos adaptados a la sociedad actual, no dar explicaciones científicas detalladas. Los errores científicos son cometidos de forma consciente, en un formato de cómic que se presta a creaciones surrealistas. La ciencia de los superhéroes es surrealista, pero es ciencia... ficción.
Que duda cabe que la fantasía es un elemento básico en los cómics de superhéroes —no en vano pueden convivir personajes como Dr. Extraño, con Iron Man—. Podría decirse también que la fantasía está presente en la ciencia-ficción. Pero la cuestión realmente relevante es que la fantasía es un elemento clave en la cultura humana en general. Los magos, dioses y demonios han existido en la cultura humana desde el principio de los tiempos. No debería alarmarnos encontrar fantasía en los cómics de superhéroes.
Pero lo que es innegable es que son aspectos si bien relacionados, completamente distintos. Buscar definiciones concretas sobre lo que es fantasía y lo que es ciencia-ficción, poner fronteras marcadas con tiralíneas para dividir géneros, tal vez sea tan inútil como equivocado. Determinar a partir de qué momento 'un puñado' se convierte en 'un montón' es una tarea irrealizable, sin embargo, todos sabemos distinguir uno de otro. Son cosas parecidas, pero distintas. El elemento clave, el ingrediente especial que hace que se convierta en un «plato» distinto, es el mismo que diferencia a la ciencia-ficción del resto de géneros.
Es decir, admitiendo que la fantasía y la mitología es el terreno sobre el que «se plantan» las ideas, el ingrediente especial, definitorio y diferenciador respecto a otras antiguas expresiones culturales es la ciencia-ficción, independientemente de si se trata de un 10, un 5 o un 1 %. Si los cómics de superhéroes no la tuvieran, no serían superhéroes, serían otra cosa. Parecida, pero distinta.
Estos intentos de aplicar fronteras rígidas es lo que da lugar a la división entre la ciencia-ficción «blanda» y «dura». Hay quien piensa que sólo pertenece al género esta última, por lo estricto de sus planteamientos, dejando al resto de la ciencia-ficción «blanda» en el limbo.
Buscar la «pureza» en las cosas puede resultar enfermizo. Por regla general, la mezcla es conveniente. Naturalmente que la ciencia-ficción blanda tiene «ingredientes» que no pertenecen al género, pero en cualquier caso, basta la presencia de alguno de sus elementos para definirla ineludiblemente como tal.
Supongamos dos grandes platos de espagueti. En uno echamos salsa de tomate y carne picada. En otro no se echa nada, se deja tal cual. Ambos son claramente platos de espagueti, pero, completamente distintos. La fantasía serían los espagueti, la salsa, la ciencia-ficción.
Enlace
Los cómics de superhéroes. José Carlos Canalda en El Sitio de Ciencia-ficción
Publicado originalmente en Al Final de la Eternidad
[Publicado posteriormente en El Sitio de ciencia-ficción]
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