Juego de Tronos (HBO, 2011-) es la adaptación televisiva de la saga de novelas Canción de hielo y fuego (1996), del autor George R.R Martin. Este autor proveniente de la ciencia-ficción, ha obtenido un gran éxito internacional gracias a esta obra. Se la suele clasificar dentro de la fantasía épica o medieval, aunque no son pocos los comentarios sobre la poca fantasía que se encuentra en ella.
No he leído ninguno de sus extensos —interminables según algunos lectores— volúmenes, pero he podido ver las tres temporadas de la serie de televisión. Aunque esta adaptación no está exenta de ciertas incongruencias —obesidad a pesar de la escasez de alimentos, en un entorno duro y frío—, se puede decir que el mundo en donde se desarrolla la acción basado en la obra literaria, tiene cierta solidez. Aunque no se pueda llegar al extremo de afirmar que es una obra de ciencia-ficción encubierta, se la puede calificar con cierta seguridad como una obra de fantasía «atípica». Por ejemplo: los elementos fantásticos —dragones, invulnerabilidad al fuego, conexión mental con animales, sanación, etc.— se utilizan de forma contenida. Incluso algunos de ellos tendrían cabida en una obra de ciencia-ficción —los dragones pueden considerarse algo similar a una hipotética especie alienígena, y el mundo en el que se relata la historia podría tratarse de un exoplaneta—.
Dentro del sentir generalizado de sus aficionados, me resulta muy divertida la sorpresa que manifiestan ante los sucesos relacionados con cierta familia protagonista. George R.R. Martin construye unos personajes y unas situaciones que los envuelven, con unas características que al parecer, desconciertan a los aficionados a la fantasía que mayormente son asiduos de esta obra. Sin embargo, estas circunstancias no son fruto de un capricho repentino de guión o del típico recurso «mágico» habitual de la fantasía, sino de una meticulosa construcción cuyo trágico desenlace se hace inevitable.
Dentro del sentir generalizado de sus aficionados, me resulta muy divertida la sorpresa que manifiestan ante los sucesos relacionados con cierta familia protagonista. George R.R. Martin construye unos personajes y unas situaciones que los envuelven, con unas características que al parecer, desconciertan a los aficionados a la fantasía que mayormente son asiduos de esta obra. Sin embargo, estas circunstancias no son fruto de un capricho repentino de guión o del típico recurso «mágico» habitual de la fantasía, sino de una meticulosa construcción cuyo trágico desenlace se hace inevitable.
AVISO DE SPOILER
Por ejemplo, Ed Stark (Sean Bean): personaje llano, franco, sencillo, sin dobleces, acostumbrado a vivir en un entorno rural de montaña, es obligado por las circunstancias a trasladarse a un entorno urbano costero, en un ambiente político rodeado de intrigas palaciegas, de desconfianza y engaños. Ocupa una posición de poder envidiada por muchos, en el que un error político cometido puede conllevar la muerte. Desoyendo todos los consejos, e incapaz de comprender un ambiente completamente ajeno para el, los presagios no pueden ser nada halagüeños.
Otro caso, el de la «boda roja» y Robb Stark (Richard Madden): inteligente y gran estratega, pero inmaduro y muy dependiente de su madre a quien pide consejo y busca, hasta en el último momento. Su inocencia y falta de experiencia en política le lleva a tomar decisiones innecesariamente estrictas, perdiendo apoyos políticos que a posterior, le serán necesarios. Su prepotencia le impide admitir que a causa de un error político ha perdido la guerra, a pesar de no perder ni una batalla. En un último y desesperado intento a todo o nada intenta enmendar el error, poniendo su futuro y el de los que le siguen en manos de quien antes —con razón o sin ella— había ofendido y despreciado. Una situación que no puede acabar bien.
En estas situaciones relatadas, lo «fantástico» sería que aconteciera otra cosa distinta a lo que ocurre. Cabe preguntarse entonces si la sorpresa que manifiestan los aficionados al género fantástico, debida a la crudeza y realismo del relato, es por no estar acostumbrados a la lectura crítica y racional más habitual de la ciencia-ficción clásica —a la que el autor confiesa tenerle mucho aprecio—.
La fantasía épica narrada en un entorno medieval, está basada en personajes arquetípicos mitológicos o universales. Salirse de estos estereotipos supone inventarse otros —algo inasumible por ser fruto del paso de los siglos—, o basarse en la propia realidad —lo que el propio autor también ha revelado—.
«Fantaseando» un poco, parece como si el autor —cuyas obras de ciencia-ficción no han obtenido el reconocimiento que hubiera deseado— quisiera «vengarse» poniendo a los lectores de fantasía frente a si mismos, con una novela de apariencia favorable pero con características internas que no corresponden al género, haciéndoles caer en un extraña trampa o Caballo de Troya literario.
«Fantaseando» un poco, parece como si el autor —cuyas obras de ciencia-ficción no han obtenido el reconocimiento que hubiera deseado— quisiera «vengarse» poniendo a los lectores de fantasía frente a si mismos, con una novela de apariencia favorable pero con características internas que no corresponden al género, haciéndoles caer en un extraña trampa o Caballo de Troya literario.
Esta ambientación y construcción de personajes similar a la de Galactica Reimaginada —la cual dicen se acerca a su vez a la fantasía por su polémico final— con tramas políticas y sentimentales entremezcladas, con personajes multifacéticos y ausencia de roles clásicos claramente definidos como el de héroe-villano, supone un paso hacia la búsqueda de la verosimilitud. Supone un paso, hacia la ciencia-ficción.
Artículo publicado en el blog Al final de la Eternidad el 17 de diciembre de 2013
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