ARGUMENTO
Esta novela relata uno de los viajes más fascinantes de la literatura fantástica de este siglo. En una especie de antiodisea, el héroe de este viaje, Maskull, viaja hasta el planeta Tormance, en el sistema solar de la estrella doble Arcturus, en busca de nuevas experiencias. Allí encontrará seres y lugares fascinantes, sufrirá metamorfosis corporales, descubrirá que nada es lo que parece, y mucho menos él mismo. Una búsqueda para entender el mundo y entenderse a uno mismo, para desentrañar el sentido del bien y del mal, de la moral, del placer y el sufrimiento: filosofía-ficción en estado puro.
RESEÑA
Como dice una de las responsables
del sello, a la vez que traductora, en “Carta de la editora”: Viaje a Arcturus no se comprende. Se
experimenta. No está hecha para ser interpretada, sino devorada y digerida.
Pero, sin embargo, al contrario de lo
que comenta unas líneas antes, esta obra más que “el viaje del héroe”, podemos
encuadrarla en “el viaje del peregrino”. Sí, pues la estructura básica del
viaje del héroe (el típico de los libros y sagas de aventuras y fantasía,
tomando aquí como ejemplo El Señor de los Anillos, pero remontándonos por
ejemplo a La Illíada )
se puede dar en cierta medida, pero aquí podemos hablar más propiamente del viaje
del peregrino que, aún participando en ciertas fases del viaje del héroe,
difiere en cuanto a finalidad y auténtico final.
Tomando como base el libro alegórico
El progreso del peregrino desde este mundo al venidero,
mostrado como un sueño, de John Bunyan, publicado en 1678, encontraremos
muchas similitudes con éste que nos ocupa, tanto en el tema de “sueño”, las
fases del progreso, y en la utilización de los nombres de los personajes
definiendo su personalidad/funcionalidad. En Viaje a Arcturus, la traductora ha
optado por añadir un pequeño glosario, además de una nota sobre la traducción,
en la que nos explica la dificultad de abordar la traducción, en especial por
nombres compuestos por varios vocablos que pueden aportar un sentido particular
o ser simplemente inventados. Pero si tomamos, como acabamos de comentar, como “ejemplo” la obra de Bunyan,
podemos pensar que los nombres han sido escogidos precisamente por eso, por su
peculiar y particular significado, sobre todo cuando vamos conociendo a los personajes
y el particular mundo por el que se desenvuelven. Así, el protagonista será Maskull
(Mask + Skull), el planeta de destino es Tormance (Torment+ Romance), uno de
los personajes, compañero de Maskull es Nightspore (Nigth+Spore), etc.
Obra hija de su tiempo, cuya primera edición fue un
fracaso, pero que después se convirtió en obra de culto. Publicada en primera
instancia en 1920, nada más acabar la Primera Guerra Mundial, refleja tanto el estado
del mundo en esos momentos, como el personal del autor. Una época de postguerra
en la que David Lindsay pasó momentos muy duros, intentando primero vivir de la
escritura, posteriormente regentando una casa de huéspedes que fue derribada
por una bomba de la Segunda Guerra Mundial, y muerto por una infección bucal.
Años de auge de la teosofía en
Europa, a partir de la obra de H. P. Blavatsky; la teosofía es el
desarrollo de la filosofía y
de la ciencia, por medio de diversas
religiones, y busca lo que haya en ellas de sabiduría divina. El movimiento
teosófico moderno fue impulsado por Helena Blavatsky y otros, quienes fundaron la Sociedad Teosófica en Nueva York en 1875.
Constituye un movimiento ecléctico occidental que funde
religiones como el el cristianismo, el budismo, el hinduismo, y está
directamente relacionado con los movimientos esotéricos espiritistas de finales del siglo XVIII como gnósticos y rosacruces. La influencia de la
teosofía es claramente visible en buena parte de los movimientos englobados de
nuestra época, como por ejemplo la “metafísica cristiana” de Conny Méndez y demás
corrientes relacionadas con las doctrinas orientalistas sobre “niveles de
ascensión” (Maestros Ascendidos).
Teosofía, sofismo y gnosticismo
en una obra que sigue los pasos del peregrino, más que la del héroe, en la
figura de Maskull que, buscando algo más allá de la experiencia humana (¿el
Cielo, el Infierno; Dios, el Diablo?) recorrerá un escenario exótico mediante un
viaje tanto físico (ciencia) como mediante el sueño (El progreso del peregrino desde este mundo al
venidero, mostrado como un sueño) en el que diversos y extraños personajes
le irán guiando (o desviando, según el momento) hacia esa búsqueda indefinida,
pero constante. Viaje que comienza, además, en una sesión de espiritismo (Helena
Blavatsky, además de fundadora del teosofismo, era también ocultista, y
supuestamente, médium y clarividente) y donde confluyen varios de los protagonistas,
a la vez que se desarrollan sucesos que los encaminaran hacia la aventura.
Maskull no es un héroe; más bien es un antihéroe. No
sigue el camino del héroe, no sigue las fases del mismo, y no tiene claro cual
es su destino ni si volverá de su periplo. Por el contrario, es un ser que, al
no tener claro nada de lo comentado, se deja influenciar por cada personaje que
se encuentra, por cada teoría expuesta. Muy a su pesar, debe recurrir
frecuentemente a la violencia, y acaba por aceptar su supuesto funesto destino.
Pero al no conocer el objeto/motivo de su búsqueda, ese mismo destino le es
esquivo y, en su supuesto encuentro, hay un cambio, una metamorfosis en todo lo
que le rodea, y en él mismo. ¿Qué ha encontrado al final el personaje al que
estamos siguiendo durante toda la novela; es el paraíso o es el infierno; es él
mismo, en su transformación final, Jesucristo, tras su travesía “por el desierto”,
o algo que no podemos definir ni identificar, una especie de Anticristo? La
base teosófica/gnóstica de la obra nos impulsa a creer que la transformación
final, el clímax de la obra, la ha llevado a un nuevo nivel,
mediante el desarrollo espiritual. Pero la violencia de la que ha tenido que
echar mano, la transformación de Maskull, todo lo que le ha ido sucediendo nos
habla más de una degradación moral y espiritual que de una ascensión metafísica.
Por eso, en su moralidad cristiana, C. S. Lewis
rechazaba la obra,… más bien su mensaje y su “enseñanza”; por eso, tomando como
base el viaje a otro planeta mediante métodos “metafísicos”, en su Trilogía Cósmica
opone toda la obra a la oposición a la deshumanización, en contraste a, como
venimos comentando, la obra de Lindsay (recordemos que Lewis es también autor
de una obra alegórica, al estilo de la de John Bunyan, titulada The Pilgrim’s
Regress). Por supuesto, si la obra fue leída por Lewis, también lo fue por
miembros de los Inklings, y más concretamente por Tolkien, que llegó a
reconocer su deuda con este libro.
Para finalizar, resumimos: un libro que al tener
como base la alegoría de Bunyan y las tesis del teosofismo de Blavatsky, podemos
reconocer el poso del cristianismo, pero también de otras religiones en búsqueda
una supuesta sabiduría divina. Pero, influenciada por la época y las
circunstancias personales del autor, se ha despojado de optimismo a la obra, dotándola
de un simbolismo más oscuro. Una obra difícil, pero edificante, en la que el
choque de ideas puede llegar a desconcertarnos en algunos momentos, dificultar el
avance, igual que le sucede al protagonista; pero al igual que él, queremos proseguir
en la búsqueda, ansiamos descubrir qué hay más allá del telón, a qué nos conducirá… y disponernos a aceptar
las consecuencias del desafío.
Acompaña a la obra una introducción de Alan Moore
(hay que conocer y comprender a Moore para degustar apropiadamente este
escrito), un par de fotos del autor, y las mencionadas notas de la traductora,
y de la editora, y el glosario al final del libro.
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