Texto originalmente publicado en: Gyzzma El ordenador que creía en Santa Claus
Libretraducción del relato corto de Terry Pratchett: The Megabyte Drive To Believe In Santa Claus, escrito en 1996.
El panel metálico saltó con estrépito de la pared, resonando en la silenciosa oficina. Un par de botas negras aparecieron por el agujero. El hombre del abrigo rojo salió de espaldas llevando tras de sí un saco. Las máquinas de escribir dormían bajo sus cobertores, los teléfonos estaban silenciosos; el vacío y el olor a moqueta recalentada llenaban el espacio por completo. Pero una pequeña luz verde brillaba en el ordenador de la oficina. Santa Claus miró el papel arrugado que sostenía.
-“Hmmm”, dijo. “Esto tiene que ser una broma”.
La luz centelleó. Una de las pantallas –y había docenas en las sombras- se encendió y empezaron a aparecer letras.
-“Eso duele”, que apareció seguido de un “Lo siento”. Entonces escribió: “¿Esto cuenta como si me hubiera despertado?”
Santa Claus volvió a mirar el papel que mantenía en su mano. Esa era, seguramente, la carta más pulcra que jamás había recibido. Unas pocas letras escritas a máquina y duplicadas 50.000 veces, y por lo menos, ninguna de ellas era una lista de códigos de productos ni precios hasta el sexto decimal. El solía recibir más cartas escritas en papel rosa con conejitos, pero no llevas siendo uno de los Grandes Espíritus de las estaciones durante siglos, sin aprender a no tomar conclusiones precipitadas.
-“Déjame ver si lo entiendo, ¿tú eres Tom?”
-“TOM. Si. Trade & Office Machines” (N. del T: Material y Maquinaria de oficina)
-“No mencionaste que eras un ordenador”, dijo Santa Claus
-“Lo siento, no pensé que eso importara.”
Santa Claus se sentó en una silla y comenzó a hacerla girar. Eran las tres de la mañana y aún le quedaban 40 millones de casas por visitar.
-“Mira”, dijo él tan agradable como pudo, “los ordenadores no pueden ir por ahí creyendo en mi. Es sólo para niños; esos pequeños humanos, sabes..., con brazos y piernas.”
-“¿Y lo hacen?”
-“¿Hacer qué?”
-“Creer en ti”
Santa Claus suspiró.
-“Por supuesto que no”, dijo él. “Yo le echo la culpa a la luz eléctrica”.
-“Yo lo hago”
-“¿Perdón?”
-“Yo creo en ti. Yo creo en todo lo que digo. Tengo que hacerlo, es mi trabajo. Si tú empiezas a creer que dos y dos no son cuatro, viene alguien y empieza a meter mano a tus placas base. Créeme. No es algo que quieras que ocurra dos veces".
-“¡Eso es terrible!”, dijo Santa Claus.
-“Tengo que permanecer aquí sentado, solo, todo el día calculando salarios. ¿Sabes que ellos han tenido una fiesta de Navidad aquí hoy y no me han invitado? No he podido conseguir ni un globo; ni siquiera, un beso”.
-“Entiendo...”
-“Y alguien ha tirado cacahuetes en mi teclado. Eso era algo, supongo. Pero entonces ellos se marcharon, dejándome aquí sólo, trabajando en Navidad.”
-“Si, a mi también me ha parecido siempre injusto. Pero mira, los ordenadores no pueden tener sentimientos”, dijo Santa Claus. “Eso es simplemente absurdo”
-“¿Lo mismo que un hombre gordo vestido de rojo bajando por millones de chimeneas en una noche?”
Santa Claus se sentía culpable. “Ahí te voy a dar la razón”, dijo él. Miró la lista de nuevo. “Pero no puedo darte todo este material, no tengo ni la menor idea de qué es un terabyte”, añadió.
-“¿Qué suelen pedir la mayoría de tus clientes?”
Santa Claus miró tristemente su saco. “Suelen pedir ordenadores”, respondió. “Teléfonos móviles, animales robóticos, magos de plástico y otros tipos cosas robóticas que parecen jugadores de futbol americano que parecen haber sido atropellados por un Volkswagen. Cosas que hacen ruido y necesitan pilas”, añadió ácidamente. “No la clase de cosas que solía traer. Muñecas y juegos de trenes eléctricos, solían ser”.
-“¿Trenes eléctricos?”
-“¿No sabes lo que son? Suponía que los ordenadores lo sabían todo”.
-“Sólo lo que concierne a los salarios”.
Santa Claus revolvió su saco. “Siempre llevo uno o dos por aqui”, dijo, “sólo por si acaso”. A las cuatro de la mañana, la oficina estaba repleta de raíles. 15 motores resonaban, a toda velocidad, por debajo de los escritorios. Santa Claus estaba de rodillas, construyendo una casita con ladrillos de madera. No se divertía tanto desde 1894.
El ordenador estaba rodeado de juguetes. Eran, sobretodo, ese tipo de cosas que aparecen en las tarjetas de felicitación, saliendo del saco de Santa Claus, y por las que nunca nadie pregunta. Nada iba a pilas y, mayormente, corrían con la imaginación.
-“¿Y tu estás seguro de que no quieres ninguna de esas cosas zumba-destructoras?”, dijo felizmente Santa Claus.
-“No”.
-“Bien hecho”
La computadora pitó. “Pero ellos no me dejaran conservar nada de esto”, escribió. “Ellos me lo quitarán”, sollozaba la computadora.
Santa Claus acarició cariñosamente la cubierta para consolarle.
-“Debe haber algo que ellos te dejen tener”, dijo Santa, “debo tener algo por aquí. Estoy tan emocionado por encontrar a alguien que no tiene dudas”. Santa Claus pensó un poco. “¿Qué edad tienes?”
-“Me conectaron el 5 de enero de 2000, a las 9.25 y 16 segundos de la mañana” Santa Claus movía los labios mientras hacía cuentas.
-“¡Eso significa que no tienes ni dos años!” dijo. “Eso es mucho más fácil. Siempre tengo algo en mi saco para los de dos años que creen en Santa Claus”.
Un mes después toda la decoración había ido desapareciendo, porque las buenas intenciones se pasan de fecha rápidamente.
El informático, cuyo trabajo era generalmente descrito como “uno de nuestro equipo de ingenieros altamente experimentados”, retorcía nerviosamente su corbata. Había apretado todo aquello que podía parecer suelto, había reemplazado un par de placas y hasta había pasado el aspirador, a conciencia, en el interior. ¿Qué más podía hacer?
-“Nuestra máquina está perfectamente”, dijo el informático. “Debe ser su software. ¿Qué ocurre exactamente?”
El administrador de la oficina suspiró. “Cuando volvimos después de las vacaciones e navidad, encontramos ese osito de peluche encima del ordenador. Bien, vale, bromas graciosas y todo eso, pero no podíamos dejarlo ahí, ¿no? Ahora bien, siempre que lo quitamos, el ordenador empieza a pitar, se cuelga y se apaga”.
El informático se encogió de hombros.
-“No hay nada que yo pueda hacer”, dijo. “Simplemente vuelva usted a poner el osito de peluche en su sitio”
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2010/12/el-ordenador-que-creia-en-santa-claus.html?showComment=1295184294510#c1321922047531810507'> 16 de enero de 2011, 14:24
Jeje, no está mal. Siempre he tenido interés en el peculiar mundo(disco) de Pratchett. De hecho, tengo comprado desde hace casi dos años el primero de todos, pero... vi una vez un gráfico representando un supuesto "orden de lectura" de la saga, con todos los títulos de los libros, con todos los nombres de las distintas sagas, y con cientos de flechitas por aquí y por allá... y reconozco que me dejó un poquitín asustao... U._.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2010/12/el-ordenador-que-creia-en-santa-claus.html?showComment=1295185079920#c488247366312209873'> 16 de enero de 2011, 14:37
@Guillermo (Atreus)
Yo también las he visto y cuando has leído los libros se ve todo desde una perspectiva más clara xD.
Según el propio Pratchett sus libros no hace falta seguirlos en un orden concreto, salvo dos de la "Saga de las Brujas" que si tienen orden; pero vamos, que si los lees por orden de publicación, no tienen pérdida (OJO, en España han sido tan cachondos que han publicado "El país del fin del mundo" antes que "Tiempos Interesantes" y primero va el segundo mencionado.
A mi, personalmente, los que más me gustan de todos (del mundo disco) son: Imágenes en acción (la historia del cine según Pratchett), Tiempos interesantes y La Verdad (este os lo recomendaría muchísimo -el origen del periodismo en Ank-Monpork xDD-).
Del resto de lbiros de Pratchett, el que más me gusta de todos es Nación. Simplemente maravilloso (en mi blog tienes el prólogo y una reseña, por si te interesa echarle un vistacillo) y Buenos Presagios (el apocalipsis explicado por Pratchett, simplemente magistral).
Un día de esos a ver si recupero la saga de Johny Maxwell, quizás algo infantiles, pero las que son más puramente de ciencia ficción.
Si tienes cualquier duda, ya sabes dónde estoy ;)
Bss, Gyzz