Reyes de Aire y Agua
Jesús Fernández Lozano
Avance en PDF (27 páginas)
ISBN: 9788494060632
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Todas las historias tienen algo de verdad y de mentira, pues son tan ciertas o tan falsas como el hombre que las cuenta. Prestadme oídos en esta ocasión, pues mi abuelo me contó esta historia, y de todas las cosas buenas o malas que hizo en esta vida, jamás mentira alguna salió de sus labios en las muchas ocasiones en las que habló conmigo. Así como él me la contó, yo os la cuento, honradas gentes, para que andéis precavidas en el comercio con las hadas y aprendáis que sólo dificultades pueden esperar los que se cruzan con tan extraño pueblo.
(argumento editorial)
Opinión.-
Decía Carlos Sisí en el prólogo de “Érase una Vez” (Kelonia Editorial) que los cuentos clásicos siempre han sido patrimonio de los niños… pero que la verdad es que ocultan muchas cosas, y una de esas cosas es el miedo. Sergio Mars, editor de Cápside, y por tanto del libro que nos ocupa, comenta en el Apéndice de éste que los cuentos de hadas son una de las muestras más antiguas de ficción, distinguibles de las leyendas por su reconocida cualidad ficticia, y de las fábulas por carecer de intencionalidad moralizante. Además, comenta que en el siglo XIX Wilhem Grimm trabajó sobre los cuentos clásicos reescribiéndolos para adecuarlos al gusto de los niños, que no eran el público originario. Asimismo, comenta que en cierto momento, toda la literatura fantástica era conocida como “cuentos de hadas”; hubieron de pasar décadas, y la influencia de los “Inklings” (de la que formaban parte, entre otros, Tolkien y C.S. Lewis) para que la fantasía feérica fuera objeto de estudio y recuperación. La obra de Tolkien “El Señor de los Anillos”, se considera la madurez de la Fantasía Épica, a la vez que la surgida en los pulps norteamericanos la de Espada y Brujería, lo que conllevó a una reformulación del género, y una revisitación de las obras “pre”Tolkien, es decir, de la “fantasía feérica”, lo que influyó a autores más actuales.
Y entre esos autores influenciados por la fantasía feérica en su vertiente adulta (como comentamos, la originaria, la no reescrita para ajustarla a los gustos infantiles), podemos situar a Jesús Fernández Lozano, y a su obra “Reyes de aire y agua”. Además, el amplio currículum del autor en el género poético (a menudo fantástico), hace que el estilo de esta obra, compuesta por varios cuentos y dos poesías, se adecúe mucho al necesario para embellecer dichas obras; es decir, el autor sabe, en base a sus experiencias literarias previas, utilizar el estilo necesario para estos “cuentos de hadas para adultos”, como los denomina su editor. Y también, por ese bagage poético, sabe Jesús Fernández Lozano situar unas cuantas poesías/canciones en ciertos momentos de la narración muy bien ensambladas, que dotan a dicha narración de un halo si cabe más “feérico”.
Otro punto interesante de este libro es que, a pesar de estar compuesto de cinco relatos de diversa longitud, y dos poemas (uno para abrir el libro, “Canción para la reina de los grajos”, y otro para cerrarlo, “Canción del rey de los sapos”… los reyes del aire y del agua), casi todos están relacionados entre sí. En un relato en concreto, podemos encontrar que un personaje le está contando a otro uno de los relatos de este mismo libro; o que personajes secundarios estén en varios de los relatos; o también que se nombren como leyendas algunas de las historias leídas. Todo ello confiere al libro, en sus escasas 240 páginas, de un libro de leyendas, de cuentos de hadas… que en definitiva es lo que es.
También cabe resaltar que leyendo este libro nos viene a la cabeza inmediatamente, por diversos motivos (el estilo, los protagonistas, los nombres utilizados para los mismos, las tramas…) obras y autores de diferentes épocas de la fantasía/terror. En concreto, y por citar algunas más o menos actuales, podría decir que me vinieron a la cabeza ciertas obras de Lovecraft (las de la época de influencia de Lord Dunsany…incluso del porpio Dunsany), La Historia Interminable (Michael Ende), Las Crónicas de Narnia (C.S. Lewis), Red Sonja/Conan (Robert E. Howard), Stardust, Mirrormask (Neil Gaiman), etc.
Y esto es bueno, porque el autor ha sabido conjugarlas y darles una entidad propia en la que, a pesar de tener ecos de las comentadas, no vemos sombra de copia, sino referencias y homenajes.
Como comentaba antes, el editor cataloga esta obra de fantasía feérica (cuentos de hadas) de adultos; leyendo el apéndice del propio editor, veremos que los llamados cuentos de hadas (como dijimos, en un momento dado toda la fantasía se catalogaba así) están muy emparentados, incluso podríamos decir que derivan, de aquellos cuentos que Carlos Sisí comentaba que originalmente fueron creados para infundir miedo en los niños, y que así aprendan el concepto de peligro. También ha quedado dicho que posteriormente se reescribieron, desapareciendo en el proceso imágenes que pudieran perturbar la mente infantil. Pues bien, en “Reyes de aire y agua”, el autor vuelve al estilo clásico de los antiguos cuentos, de ahí lo de “para adultos”, y no duda en mostrar la violencia cuando es pertinente, ni los efectos del alcohol, ni otras vicisitudes del transcurso de las peripecias de los protagonistas. No es que vaya mostrando por mostrar, ni que se explaye en ciertos aspectos “de adultos”; pero hay personajes ambiguos que si bien son el protagonista que acaba felizmente la historia, por otro lado so despiadados asesinos que no dudan en matar a sus sucesivas esposas por el más nimio motivo. O personajes que se ven envueltos en peligrosas situaciones, por haber actuado con malas intenciones, o de mala manera, al principio de la historia.
Con esto el autor tampoco pretende moralizar (o que serían, como dijimos, fábulas), sino mostrarnos personajes con sus dobleces, con sus claros y oscuros, que por un momento de debilidad, o simplemente por que creen que actúan como corresponde, se ven arrastrados a peligrosas situaciones.
Y claro está, las hadas; se presentan, como no puede ser de otra manera, ajenas al mundo humano, caprichosas y juguetonas y, por eso mismo, peligrosas para el hombre. Pueden ser beneficiosas, o dañinas, dado que carecen de la moral que, en teoría, guía al hombre, y es el propio hombre el que tiene que saber en qué terreno está jugando, y ser consciente en cada momento de con quien está tratando.
Pero no sólo hadas, en el sentido convencional del término son las que “dan vida” a este libro, sino que está poblado de otros seres, a veces amigos del hombre, otras veces enemigos, y otras ocasiones simplemente se ven envueltos en las aventuras de los mismos; Tevar, el rey de los gatos, Mikal Oglu (el ratón de los dientes), el Rey Cri (de los grillos), la tortuga Xebeche, los magos Pertinax y Orophino, el Señor de las Aguas, los gatos Wendy y Rafensthalf… También los parajes y escenarios constituyen un fabuloso (en todos los sentidos) marco para las narraciones; el Castillo de No, La Taberna de En medio, el castillo rodeado de margaritas de Pertinax, etc.
Estilo adecuado a la narración del cuento de hadas, relatos dentro de relatos que el dan un punto como de libro de leyendas, canciones en su punto justo para dotarlas de un halo de musicalidad, relatos que no esconden nada a los lectores, mostrándose crudos cuando deben de serlo, personaje, situaciones y escenarios que llenan las páginas de este bello volumen que nos hace recordar, sin que en ningún momento planee la sombra de la copia, sino del respeto, el homenaje y el respeto a obras reconocidas del género. En suma, un buen libro para disfrutar de la “fantasía feérica”, de los cuentos de hadas, es decir, de la forma más pura de literatura fantástica.
Antología de fantasía feérica compuesta por las narraciones: «Wendy de los gatos», «El rey que no podía dormir», «Rafensthalf», «Cómo el rey de los grillos consiguió su violín» y «Maeve (cuento de absenta)». Le acompañan “Canción para la reina de los grajos”, y “Canción del rey de los sapos”, así como un Apéndice escrito por el editor, Sergio Mars, sobre la historia de los cuentos de hadas.
J. Javier Arnau
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