Viajemos, para los todavía despistados, al simbólico y melancólico mundo futuro de los súper-robots.
Gestada durante años por el tandem Stanley Kubrick/Steven Spielberg y ambientada en un futuro no demasiado lejano en que la Humanidad da sus últimos estertores consumida por su propia deshumanización, Inteligencia Artificial (A.I. Artificial Intelligence) narra el angustioso periplo de David, un niño robot “más humano que los humanos” y capaz de amar más que ellos, movido por el amor hacia su madre en su intención de querer ser un niño de verdad.
Sin cortarme un pelo, se trata de una auténtica obra de arte que, espero, tarde o temprano acabará por ser ampliamente reconocida ya no sólo por sus obvias y más que impecables virtudes técnicas, sino también por la profundidad de su discurso filosófico de fondo. Aunque, para ello, es vital que la película en cuestión logre despojarse de una cierta serie de preconceptos, muy habituales en el cine de Spielberg, que han impedido que muchos espectadores lleguen a comprender la moraleja de la misma, que acaba por consolidarse en un tercer acto en el que hacen aparición unos seres que todavía muchos piensan que son alienígenas…
Una de las críticas más comunes hacia esta película tanto en su época de estreno como ahora, ocho años después, es que “hubiese quedado mejor” si concluyera definitivamente tras la escena en que el pequeño David permanece congelado por toda la eternidad en las aguas frente a la figura del Hada Azul, al final del segundo acto. Así, muy poca gente llega realmente a conectar con la última media hora de la película por considerarla bizarra e innecesaria. Se suele pensar que, al ser una película de Spielberg, y tras el precedente de otras como Encuentros en la Tercera Fase, E.T. y posteriormente La Guerra de los Mundos, esos misteriosos seres (que además, no olvidemos, se nos presentan altos, delgadísimos, de un tono verdoso y navegando en misteriosos artefactos aéreos) tienen que ser extraterrestres por cojones. Incluso se pueden llegar a leer y oír disparates todavía mayores, cimentados en el falso hecho de que como esa idea de los aliens “suena más a Spielberg que a Kubrick” (seguramente olvidando que este es el responsable de 2001: Una Odisea del Espacio), entonces Spielberg pervierte el legado de Kubrick al no poder evitar dotar a la película de sus supuestas obsesiones particulares, que son los extraterrestres y los finales felices. Ambos meros tópicos, como veremos.
En el fondo, es normal que a muchos de nosotros nos descolocara el inicio del tercer acto en nuestro primer visionado de la película. Yo mismo, si he de ser sincero, llegué a creer durante casi un año tras su estreno (y habiéndola visto tan sólo una vez) que quienes aparecen en el tercer acto son alienígenas. Lo que sucede, realmente, es que no hay extraterrestres en Inteligencia Artificial, sino robots súper-evolucionados.
“Sufrimos por los errores que ellos cometieron porque cuando llegue el final sólo permaneceremos nosotros. Es por eso que nos odian”. Es en esta frase de suma importancia, pronunciada por un oracular Gigoló Joe (Jude Law) en cierto momento cerca del fin del segundo acto del film, donde reside la clave del tercer acto.
Diseño conceptual del proyecto en el que claramente se refiere a los seres como robots.
Milenios después de la desaparición del Ser Humano, los últimos restos conscientes de su creación, la Inteligencia Artificial, logran alcanzar la cima de la escala evolutiva. Pero a imagen y semejanza de sus mismos creadores, y de un modo que resulta arrebatadoramente poético, acaban por adquirir su mismo estado de soledad existencial porque también son seres capaces de hacerse preguntas sobre sí mismos, algo que irremediablemente va parejo con el don de la consciencia. Y de un modo similar a lo que sucede en esa obra maestra del cine titulada Blade Runner (leed nuestra reseña AQUÍ), regresan a sus orígenes en busca de sus creadores (o lo que es lo mismo, en busca de Dios) y de respuestas: sueño utópico que finalmente termina por representar el pequeño David, el “eslabón perdido” entre unos y otros.
Así, la película se convierte en su tercer acto en un bello relato alegórico de nosotros mismos, entre muchas otras cosas. Una vez captamos el detalle, allí donde antes creíamos ver la forma de marcianos, no vemos otra cosa que robots: la misteriosa luz cuasi-eléctrica del interior de sus cuerpos translúcidos, las imágenes que reflejan sus rostros a modo de pantallas, el método de compartir información en cadena por medio del contacto físico... Pero, más allá de lo visual, captamos también la lógica de la ironía narrativa de este giro argumental en contraposición con la absurda teoría de los marcianos, pues durante las casi dos horas previas del metraje se nos va preparando para esa resolución de un modo razonado y consecuente en el que todo tiene sentido. Y por si fuera poco, también por medio de lo subliminal: si os fijáis en la fotografía que encabeza este post, la maravillosa escena de presentación de David en plano desenfocado es un sagaz guiño que, al aportarle esa figura estilizada, nos recuerda a la forma definitiva que tendrán los robots en el futuro. Cosa que también sucede con la estilizada figura escultórica que hace de símbolo de la empresa Cybertronics, y que constituye precisamente el primer recuerdo de las memorias de David.
Inteligencia Artificial no es, ni nunca ha sido, un film de palomitas, sino una visión crítica sobre nuestro futuro y una profunda reflexión acerca de la desesperada condición del hombre y el afecto que nos consigue definir como humanos. Pero para conseguir entender esto, hay que estar muy atentos a la película, que no es de apenas un único visionado, y por supuesto estar libres de esa clase de preconceptos hacia el cine de su autor. Lo mismo sucede con su final, demasiado meloso y ñoño bajo la opinión de muchos pero que, a años-luz de ser un final feliz, esconde una angustia abismal muy consecuente con la tragedia que es la historia del pequeño David; un ser que, parafraseando a mi admirado crítico luso Tiago Pimentel, “tan sólo busca ser amado para conquistar su derecho a ser humano. Y, como en las grandes tragedias, eso sólo es posible a través de la última gran prueba de humanidad: la muerte”. Ciertamente, un final demoledor.
Comprendiendo estos puntos, descubrimos que a Inteligencia Artificial no le sobra ni un solo segundo de su tiempo de duración, y que probablemente se trata de uno de los films más incomprendidos del cine, sufridor de un “efecto Blade Runner” tras el cual seguro que acabará por ser reivindicado como la obra maestra que es.
[Reseña publicada originalmente en el blog Peliculeros el 17 de enero 2009]
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1295182951596#c5784254967621596333'> 16 de enero de 2011, 14:02
Dos detallitos: por casualidades de la vida, publiqué este artículo originalmente hace EXACTAMENTE dos años (ni planeado, oiga), y que todavía me encuentro a personas que aún piensan que son marcianos...
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1295206056243#c7118255418085735732'> 16 de enero de 2011, 20:27
@Guillermo (Atreus)
Je, je, es que no todos hemos tenido la suerte de leer tus artículos.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1295451022872#c1503511109656261121'> 19 de enero de 2011, 16:30
Pues ojalá yo mismo hubiera podido leer mi propio artículo del futuro durante ese año entero en que estuve convencido de que eran aliens, jajaja.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1298005681525#c7721802951457110899'> 18 de febrero de 2011, 6:08
Me han iluminado con este articulo. Nunca me parecio que le sobrara algo a al pelicula, es muy buena. Pero si consideraba que se trataba de alienigenas. Habra que ser mas observador y mas sensible. Gracias.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1300279404597#c196883048035207301'> 16 de marzo de 2011, 13:43
Gracias por el artículo.
Creía que eran extraterrestres con un serio problema de electricidad estática -supongo que por llevar ropa interior de forro polar-. Ahora que me has convencido de que son robots, la veré con una nueva perspectiva.
Aún así tengo que confesar que me gustaba vivir en el error de creer que eran marcianitos.
Lo que menos me gustó -o más, eso depende del punto de vista- de la peli fueron las súplicas del niño. Me siguen poniendo de los nervios por el profundo patetismo que desprenden... Y la feria de la carne... Esa escena es brutal. Parecen los condenados a muerte del circo.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1300317879581#c6785973813437976709'> 17 de marzo de 2011, 0:24
la verdad, no recuerdo para nada qué pensé en ese momento qué eran. Es más, no recuerdo nisiquiera si pensé...
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1300556781380#c3421629886416846231'> 19 de marzo de 2011, 18:46
Gracias, Carlos y Josep, por vuestros comentarios.
Josep, las súplicas del niño David se muestran de ese modo tan exacerbado para incidir precisamente en su caracter de "niño más humano que los niños humanos". Fíjate de hecho qué diferencia entre él y la frialdad del verdadero hijo de la pareja.
Y el problema de lo de los Aliens, aunque fuera una hipótesis que guste, es que resultaría un absoluto "Deus Ex Machina"; y en términos narrativos cinematográficos (por no decir que en general), eso no se puede permitir.
Saludetes.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1344369346067#c6728279144900388402'> 7 de agosto de 2012, 21:55
Los clones humanos de estos robots avanzados tenian los recuerdos de estos, y no duran mas de 24 Hs, esto es algo muy extraño ya que la clonacion permite copiar el ser no solo en apariencia sino en su expectativa de vida.
Pero no permite copiar pensamientos experiencias o caracteristicas especiales que las personas adquieren a lo largo de su vida, como seria una una cicatriz.
Un ser que sea clonado y que sea criado en un medio ambiente diferente con una alimentacion diferete adquiere caracteristicas muy distintas a su otro yo, en los humanos la educacion y la crianza del niño afectaria mucho las diferencias con su otro sujeto.
Segun lo que vi en un documental se necesita un 5% del codigo genetico para una copia completa de un sejeto, el otro 95% es pueden ser el apéndice enfermedades y errores de todo tipo, basura genetica que se hereda.
http://planetasprohibidos.blogspot.com/2011/01/donde-estan-los-marcianitos-de.html?showComment=1344371530109#c3007239084699246517'> 7 de agosto de 2012, 22:32
La tecnología de clonación empleada en la película por los supuestos alienígenas del final, no tiene nada que ver con la que conocemos. En eso consiste, además de la IA, la parte de ciencia-ficción. No obstante, hay estudios serios sobre memoria genética que abren la puerta a especular de forma más o menos seria, sobre formas de almacenar la información de un individuo en su código genético.
En Alien 4 especulan de forma similar al crear el clon de Ripley.